De a poco va volviendo el fútbol. Esta semana iniciarán una nueva fase con el protocolo de bioseguridad impuesto por los ministerios de Salud y del Deporte; sin embargo, los entrenamientos individuales llaman la atención poderosamente, que con la cercanía del comienzo del balompié se van disipando los problemas que había en las directivas del rentado.

No es que los problemas hayan desaparecido, más bien diría yo que, ya hay con qué taparlos; digo, antes no había de qué hablar acerca del fútbol, sino de la división que hay en la Dimayor, de cómo unos no quieren al actual Presidente y le estaban haciendo, como dicen popularmente, el cajón. Ahora, que van volviendo los entrenamientos, los futbolistas y los escándalos de fichajes o jugadores que no siguen en sus equipos, se nos olvidó el problema que hay con las directivas.

Pero ojo que los problemas no son solo de la Dimayor. Allá la división es grave aunque con el comienzo del balompié algunos directivos se han ido olvidando del tema, ya que, ante la amenaza de los patrocinadores y la empresa dueña de los derechos de televisión de no pagarles si no jugaban, pues les tocó ponerse las pilas e iniciar protocolo, al fin y al cabo, en el mundo del fútbol colombiano, lo que menos le importa a los directivos es el mismo fútbol, el dinero es lo más importante; hay un gran problema también en la Federación Colombiana de Fútbol.

El tema de la Federación llama poderosamente la atención por varias razones; primero, vale la pena recordarles que la Superintendencia de Industria y Comercio sancionó a miembros de la junta directiva del ente y a representantes de las empresas TicketShop y TicketYa, por una suma cercana a los US$6 millones, los sancionó porque encontraron pruebas suficientes para demostrar que habían creado un cartel de la reventa de boletas de los partidos de la selección Colombia en las eliminatorias para el mundial de Rusia 2018.

Los hallazgos de la SIC son impresionantes en términos monetarios, las utilidades que recibían por cada boleta eran monstruosas, pero lo peor es que los directivos de la Federación sabían y hacen parte del cartel de la reventa, según dijo la SIC, del Presidente para abajo se vieron untados del dinero de las reventas; si esto no es una muestra de corrupción al interior de la Federación, en lo personal, no sé qué lo sea.

El tema de la reventa de boletas no es nuevo, de hecho, en el Mundial de 1998 en Francia -sí, en un Mundial- un directivo que actualmente está en la Federación encargó a alguien para revender boletas que les daba la FIFA, este personaje se paseaba las calles de París vendiendo las boletas de la Federación, pero esto es harina de otro costal o más bien, de otro Presidente.

Regresemos al presente, la Federación le respondió a la SIC como se esperaba, en los últimos días han tratado de dilatar lo más posible el proceso para evitar que sancionen a los individuales y por supuesto, que el Ministerio del Deporte sancione y ordene la suspensión de los miembros de la Federación implicados en el cartel de la reventa. Esto tendría muchísimas implicaciones, la FIFA podría intervenir la Federación como sucedió en Argentina, por ejemplo, podría pasar que se siguieran destapando ollas podridas al interior de la Federación, ah y por supuesto, que Jorge Enrique Vélez quedara de presidente de La Federación.

Quizá esta última es la que más miedo y repulsión les causa a la gran mayoría de los directivos del fútbol colombiano, ¿por qué?

La multa

Pero volvamos a los implicados de la Federación, Ramón Jesurún, Álvaro González Alzate, Jorge Perdomo, todos tendrán que pagar una multa millonaria para poder realizar cualquier acción en contra de la SIC; este dinero llegaría, en primera instancia, a la Superintendencia y esta tendría que entregarlo al Ministerio de Hacienda. Claro que el hecho de pagar esta multa daría a entender de cierta forma que son culpables y perderían la poca legitimidad que tienen ante la opinión pública.

En los últimos días ha rodado en Internet un video en donde se muestra a algunos de los implicados en el cartel de la reventa diciendo que no conocían a Jesurún y que la Federación jamás los favoreció, permite dudar del contenido de estos videos, pues los que aparecen en ellos fueron precisamente los personajes que están exentos de pagos por haber colaborado con la justicia; hablo de Cesar Ronaldo Carreño y de Iván Darío Arce. Pero bueno, seguramente, la campaña que busca salvar a solamente a Ramón Jesurún tendrá un sustento importante y de peso.

Ahora bien uno de los implicados, Jorge Perdomo, que en el momento del problema era el presidente de la Dimayor, recordemos que lo sacaron a sombrerazos porque no era de la corriente de los mandamases; dijo, explícitamente, que los responsables y culpables de la reventa de boletas tenían nombre propio, Ramón Jesurún y Álvaro González Alzate. Vuelvo a preguntar, si uno de los implicados está culpando a las cabezas de la Federación y entregó pruebas como dijo Perdomo, ¿no es motivo suficiente para que la justicia actúe?

La respuesta es no. Al vivir en un Estado de derecho, los ciudadanos tienen derecho a defenderse y en el caso de la Federación tienen todo el derecho a dilatar el proceso para evitar que llegue un enemigo a la cabeza de la Federación y los termine de sacar.

Ahora bien, para terminar, quiero analizar y traer a colación las palabras del ministro del Deporte Ernesto Lucena, le preguntaron si Ramón Jesurún seguiría siendo el interlocutor del fútbol profesional; es decir, la Dimayor con el Gobierno, dijo que: sí, que iba seguir siendo él el encargado, porque aunque hubiera perdido legitimidad ante todo el mundo legalmente era el Presidente de la Federación.

Efectivamente el mucho o poco prestigio que podía tener el Presidente de la Federación desapareció después de este escándalo; se puede quejar, puede defenderse, pero la credibilidad la perdió.

Pero todo esto no tiene importancia, lo importante es que el fútbol parece que va a volver pronto, ya iniciaron entrenamientos individuales y recuerden que lo más importante siempre es que la pelota ruede, no por el espectáculo, sino porque cuando hay goles nos olvidamos de todo lo malo que hacen.