El Bayern Múnich, gran favorito, frente a Lionel Messi, unos Manchester City y París Saint-Germain llenos de esperanza... Los cuartos de final de la Liga de Campeones comienzan mañana, a puerta cerrada y bajo una estricta vigilancia sanitaria, estrenando la fórmula 'Final a 8' en Lisboa, que permite soñar a todos los equipos.
Un torneo final de ocho equipos para terminar una campaña 2019-2020 anómala. Después de cinco meses de parón, el fútbol europeo vislumbra el final de una larga temporada, sacudida por el coronavirus.
A orillas del Tajo, la capital portuguesa se erige como un refugio de paz para terminar de la mejor manera posible un ejercicio en caída libre, con pérdidas millonarias por la interrupción de las competiciones.
Pero el contexto sanitario, siempre complicado, se adhiere a las botas de los futbolistas y ya provoca sudores fríos en los organizadores.
Dos miembros del Atlético de Madrid, que se mide el jueves al RB Leipzig, dieron positivo al Covid-19 el domingo, una amenaza que planea sobre el evento. Pero una nueva serie de test, cuyos resultados se anunciaron ayer, tranquilizó al mundo del fútbol: no hay más contagiados entre los ‘colchoneros’.
Sin espectadores, y bajo un estricto protocolo sanitario, en una ciudad donde algunos barrios sufrieron medidas de reconfinamiento a principios de julio, los últimos partidos de Liga de Campeones no tendrán el sabor de esos partidos de eliminación directa propios de su leyenda.
“El ambiente cambia mucho. Ahora no se siente nada cuando entras a calentar”, lamentó hace poco el chileno Arturo Vidal, centrocampista del Barça.
Pero, paradójicamente a esta situación, los sueños de los cuartofinalistas nunca han sido más vivos, sobre todo en los más ‘pequeños’. Y es que seis de los ocho clubes en cuartos nunca han levantado la ‘Orejona’.
La fórmula de ‘Final 8’ ofrece un camino muy corto al título: tres victorias para ganarlo, una ocasión única que hay que aprovechar, pese a que siempre existirá el debate sobre si la edición de este año tiene menos valor.
Al París SG no le preocupa ese debate. El campeón de Francia, más motivado que nunca, da mañana el pistoletazo de salida a la gran cita lisboeta con un duelo ante la Atalanta.
Pese a un camino asequible a la final, con una eventual semifinal contra el Atlético de Madrid o el Leipzig, el PSG no afronta con tranquilidad su reto contra el complicado equipo lombardo.
Las lesiones de los titulares Kylian Mbappé y Marco Verratti apoyan la tesis de algunos aficionados que hablan de una maldición europea que les persigue desde la remontada del Barcelona en 2017.
“Atalanta tiene una gran ventaja sobre nosotros, el ritmo. Nosotros no tenemos suficiente ritmo, solo hemos jugado dos finales de copa (tras el fin anticipado de la Ligue 1). Hay que encontrar soluciones”, reconoció el entrenador parisino, Thomas Tuchel.
De su lado, el favorito número 1 llega con la velocidad de crucero puesta. El Bayern de Múnich conquistó, tras el parón, la Bundesliga y la Copa alemana y su último éxito el sábado ante el Chelsea (4-1), con un doblete de Robert Lewandowski, confirmó su estatus de máximo candidato al título.
“Con lo que hemos mostrado estas últimas semanas y meses no tenemos que escondernos”, afirmó el defensa bávaro David Alaba.
Pero su itinerario es más complicado, empezando el viernes por el FC Barcelona de Lionel Messi. Enredado en una crisis de resultados estos últimos meses, que le hizo perder la Liga española en beneficio del Real Madrid, el Barça quiere salvar su temporada en Lisboa.
El ganador de esta eliminatoria chocará con el Manchester City o el Lyon, que se miden el sábado. Los ‘citizens’ del entrenador Pep Guardiola acaban de eliminar al Madrid, demostrando que han madurado después de años de fracasos en la escena europea.
“Para nosotros es importante eliminar al equipo de Zinédine Zidane, que nunca lo había sido. Pero estamos aquí para intentar ganar la Champions”, declaró el español.
Pero al Lyon le gustan este tipo de desafíos, como bien saben la Juventus y Cristiano Ronaldo, que se quedó sin regreso a Lisboa. La apuesta es arriesgada pero, al término de una temporada patas arriba, todas las esperanzas están permitidas.