La vieja bicicleta que estaba abandonada en el cuarto de San Alejo, las pesas hechas en casa con tarros rellenos de cemento, las patadas voladoras de Chang King Lee, el saltar en el solar y el combate para medir quien es el más duro en lucha, están de moda en Colombia.
Sin importar el lugar y la condición, el oro y el bronce de los bicicrosistas Mariana Pajón y Carlos Mario Oquendo, la plata del ciclista Rigoberto Urán, del pesista Oscar Figueroa y de la saltadora Catherine Ibargüen y los bronces de la luchadora Jackeline Rentería, de la yudoca Yuri Alvear y del taekwondista Oscar Muñoz han despertado la fiebre por la práctica deportiva. Personas de todas las edades quieren imitar a los nuevos ídolos, no sólo por los honores que recibieron, sino por el billete a que se hicieron acreedores… cada metal tiene un millonario valor. Eso motiva, porque no se suda únicamente por amor al arte, por dejar en alto el nombre de la Nación, sino por mejoramiento integral de la calidad de vida.
Pajón se hizo acreedora por el metal dorado a 113 millones de pesos, los ganadores de plata ganaron 79 millones cada uno y los de bronce 56 millones de pesos cada uno, según la Resolución 000351 del 19 de abril del 2011, expedida por el Gobierno Nacional a través de Coldeportes. “Esas son cifras que enamoran, que motivan a cualquier individuo a buscar la gloria con el deporte, con la seguridad de que quienes logren victorias de talla olímpica saldrán de la pobreza. Además, les darán casa, carro y beca, eso nunca se había visto en la historia del deporte colombiano”, dicen los expertos.
La condición económica de la mayoría de deportistas es baja, viven con lo justo, por lo que los millones que reciben les ayudan a mejorar su condición social. En el caso de Mariana Pajón, su familia tiene comodidades, pero es propicio el incentivo para que comience a invertir en propiedades y en viajes a competencias en el exterior, a las que será invitada, con la seguridad de que por cada dólar o euro invertido podría recibir 5. Mariana es una estrella a quien muchísimos desean ver en acción en las diversas pistas del ‘bici’ del planeta Tierra.
A Oscar Figueroa, a quien le encanta la comodidad de su familia, le vienen súper bien las ganancias de los Olímpicos. Lo mismo que a Catherine Ibargüen y a Rigoberto Urán. Y como del cielo les cayeron los millones a Yuri Alvear, a Jackeline Rentería, a Oscar Muñoz y a Carlos Mario Oquendo. Especialmente a los tres primeros. Oquendo es otro que proviene de una familia que tiene ciertas comodidades y sabrá invertir, tanto en lo que más ama, el bicicross, como en su futuro personal.
En fin, después de los XXX Juegos Olímpicos Londres 2012, el deporte colombiano se dividió en dos: en antes y después. En el antes no pasaba de una fiesta, de un vitrinazo de los dirigentes y de unos pesos para los campeones, ahora no. El compromiso del Estado es extremo, el Gobierno quiere que los ídolos del deporte sean tratados como héroes, situación que hace que los niños y los jóvenes, además de prepararse en la parte intelectual, también le apunten al deporte, con un reto: ser campeones y hacerse ricos con la actividad del músculo… colgarse una medalla para un atleta de la provincia es como ganarse un baloto. En un pueblo, con 56 millones se puede vivir como un rey, en una excelente vivienda, en un buen carro, preparándose en su deporte, estudiando y enseñando a quienes sueñan con ser los mejores.
Las ayudas para los deportistas olímpicos no deberán solo del Gobierno nacional, los departamentales y municipales también tienen que meterse la mano al dril, porque aparecieron en primer plano gracias a las medallas olímpicas. El caso más patético es el de Oscar Muñoz, nacido en El Díficil, Magdalena, quien con su bronce tiene sonando a Valledupar, donde se formó como atleta y persona, pero le hizo saber al mundo que su tierra natal es El Difícil.
Ganar en unos Juegos Olímpicos es como volver a nacer. En pocos segundos se puede llegar a la gloria o continuar siendo uno más… los Olímpicos son una lotería en la que hay tres oportunidades: premio mayor, segundo premio y tercer premio. Quien acierte en ese momento de inspiración podrá dormir tranquilo por un buen tiempo, o como dirá alguien jocosamente luego de ver la hazaña de Mariana Pajón, con lágrimas sobre sus mejillas: “Que sea lo que Dios quiera, esta jovencita es una dura, a quien le deben hacer una estatua”.
La gloria olímpica está del lado de Colombia, sigamos gozando las 8 medallas, en Río podrán ser más. Hay suficientes motivos para que los atletas cafeteros se esfuercen por ser más grandes.