La novedad no es que expresidentes, mandatarios y dignatarios de los países aborden posiciones sobre el tema. Lo nuevo es que las agencias de la Naciones Unidas se posicionen en torno al tema.
El jueves La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (United Nations Office on Drugs and Crime, Unodc) presentará un informe de 22 páginas, firmado por su director ejecutivo Yury Fedotov, en el que se valora la situación actual de la lucha contra las drogas.
Fedotov sostuvo en el informe que “la despenalización del consumo de drogas puede ser una forma eficaz de descongestionar las cárceles, redistribuir recursos para asignarlos al tratamiento y facilitar la rehabilitación”.
“Es importante reafirmar el espíritu original de los tratados, que se centra en la salud. El propósito de los tratados no es librar una guerra contra las drogas, sino proteger la salud física y moral de la humanidad”, expresó.
Es justo precisar que la despenalización implica la supresión de las penas para quien porte o consuma sustancias ilícitas, mientras que la legalización sería la eliminación de la persecución penal a quien produce, comercializa o consume sustancias ilícitas.
Con eso en mente, cabe recordar que la semana pasada Raymond Yans, director de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), regañó a los países que quieren flexibilizar su política antidroga, por considerar que “prácticas como la legalización van en contravía a la Convención Antinarcóticos de la ONU de 1961”.
Yans cuestionó iniciativas como la de Bolivia, que busca levantar las restricciones para masticar coca; la de Uruguay, que busca que el Congreso permita la siembra de marihuana, y los referendos en los estados de Colorado y Washington, en Estados Unidos, que legalizan el consumo con fines recreativos.
Según Yans esas iniciativas crearían una falsa sensación de seguridad y transmitirían un mensaje erróneo al público, en particular a los niños, en relación con las consecuencias del consumo de drogas para la salud.