De “doctor ternura” a reo ausente | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Febrero de 2012

La decisión del ex alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, de abandonar el país el pasado 8 de enero pese a que estaba advertido que el 20 del mismo mes estaba citada una audiencia ante un juez de garantías para imputarle cargos por la falsa desmovilización del frente guerrillero “Cacica La Gaitana” en marzo de 2006, no sólo sorprendió al país el jueves pasado, sino que un día después lo ubicó en el estatus de “reo ausente”.

 

En la mente de los colombianos que por años vieron, escucharon y leyeron día a día las declaraciones de Restrepo sobre el proceso de paz con los paramilitares y los altibajos en las negociaciones con las Farc para que devolviera los secuestrados, no es fácil digerir que éste haya decidido prácticamente que huir del país para no hacerle frente a la justicia.

Y es que el ex alto funcionario del gobierno Uribe, sobre quien en determinado momento se llegó a especular que el ex mandatario lo tenía entre las personas de más confianza y credibilidad en un entorno palaciego de por sí muy cerrado y receloso entre sí, tenía hasta el jueves pasado un perfil muy distinto frente al de otros ex compañeros suyos en la pasada administración que también están envueltos en procesos penales.

Percepciones previas

De Restrepo hay muchas opiniones. Para muchos se trata de una persona recta y transparente que confiaba sincera y fielmente, bajo la tesis de que hacer la paz implica sacrificar algo de justicia, en que todas sus actuaciones tenían un norte claro: silenciar fusiles para disminuir la violencia.

Es más, en no pocas ocasiones circularon rumores en la Casa de Nariño de fuertes enfrentamientos entre el entonces Alto Comisionado de Paz y varios ministros, asesores, consejeros y hasta con el propio Jefe de Estado por temas relacionados con el sistema de beneficios penales y penitenciarios flexible que se estaba ofreciendo a los grupos de autodefensa.

Incluso, no son pocos los que recuerdan el audio de una grabación hecha por los cabecillas paras en una de tantas reuniones en la zona de Ralito (en Córdoba), en donde se escuchaba a Restrepo gritando y golpeando la mesa ante los reclamos igualmente airados de los jefes de las autodefensas por el incumplimiento de promesas gubernamentales e incluso trayendo a colación el por entonces polémico tema de la reelección presidencial.

Para otra porción de colombianos el ex alto Comisionado es una persona compleja y terca, a la que con el desgaste propio de un proceso tan difícil como el desarme y reinserción con grupos que debían tantos muertos como las autodefensas, o las siempre difíciles tratativas con una guerrilla marrullera y calculadora, el genio se le fue dañando y al final ya se percibía como un hombre huraño, peleador y que terminó de pelea con paras, Farc, Eln, altas Cortes judiciales, compañeros de gobierno y hasta con el propio Uribe… Al llamado “doctor ternura” los voceros de los grupos ilegales lo vetaron, los magistrados prácticamente lo pusieron en la orilla del enemigo, en los pasillos de la Casa de Nariño se rumoraba que varios ministros, congresistas y asesores pedían sacarlo del Gobierno porque era prácticamente inmanejable, caprichoso y radical con sus posturas… Y, al final, el propio Jefe de Estado terminó aceptándole una renuncia varias veces presentada. Como premio de consolación, lo envió a la presidencia de La U, desde donde se esperaba pasara a ser candidato al Senado, luego se dijo que a la Cámara por Bogotá, después que a la Alcaldía, pero al final quedó relegado, sin mayor peso político ni oportunidad electoral, a tal punto que él mismo se autoimpuso hacer un alto en el camino, volver a refugiarse en su profesión de siquiatra y hasta se dijo que se dejó crecer la barba con el único fin de tratar de recuperar algo del anonimato que su ingreso al Gobierno le había quitado…

Es más, sólo vino a retornar a la primera plana meses atrás para unirse al coro uribista radical contra el presidente Santos, a quien no sólo criticó con extrema dureza, sino que anunció que se pondría al frente de un movimiento para oponerse a la posibilidad de su reelección.

Ingenuidad

También existen muchos dirigentes, analistas y sectores nacionales que consideran que Restrepo es más bien una persona ingenua, que nunca se percató, o quiso hacerlo, de los nexos entre el uribismo y las autodefensas, y terminó avalando y tramitando procesos de desarme, flexibilidad judicial y carcelaria que habían nacido viciados por las alianzas espurias de la clase política y los alzados en armas.

Incluso, cuando empezó a tomar fuerza a finales del año pasado el proceso judicial por la falsa desmovilización del frente “Cacica La Gaitana”, en realidad la sorpresa de los colombianos no fue mayor. Desde el mismo momento en que los medios de comunicación mostraban las imágenes de presuntos guerrilleros y paramilitares entregando las armas y uniformes, la sospecha de que allí había mucho ‘colado’, show mediático y algo de teatro era muy extendida.

Es más, al comienzo una parte de la opinión pública alcanzó a pensar que la Fiscalía estaba tras Restrepo por los desarmes de los paras y no por una desmovilización de un frente guerrillero de la que casi nadie se acordaba. No se puede olvidar, por ejemplo, que el mismo día en que en Medellín se desarmó el bloque paramilitar que comandaba aliasDon Berna (que fue el primero en el proceso), se hablaba abiertamente en Antioquia de la forma en que habían ‘reclutado’ a última hora a pandilleros, delincuentes, desempleados y otras personas para hacerlas pasar por integrantes activos de las autodefensas.

Hablando claramente, frente a todo lo que pasó en las distintas entregas de los bloques paras, en donde hubo embuchados desde capos del narcotráfico y contrabandistas de armas  hasta miles de hombres y mujeres que nunca hicieron parte de las estructuras militares ni logísticas de las autodefensas, el caso de la “La Gaitana” termina siendo menor, lo que en modo alguno signifique no hubo allí delitos que deben ser castigados por la ley.

Ese caso tuvo poco eco mediático cuando se dio, y hasta las mismas Farc indicaron que nunca habían tenido un frente subversivo denominado así. Los empresarios y pobladores del Tolima también dijeron desconocer la existencia de la facción insurgente y al final el nombre de “La Gaitana” sólo vino a tomar cierta relevancia cuando empezó a evidenciarse la falsa desmovilización…

Incluso cuando se conoció que Restrepo podría ser acusado y enjuiciado por esa situación, no pocos analistas, dirigentes, juristas, congresistas y conocedores de los intríngulis de los procesos de paz, salieron en defensa del ex funcionario. Ese hecho llamó la atención porque tras varios años en que altos ex cargos uribistas han terminado investigados, presos, sancionados y hasta condenados por distintos escándalos de corrupción, es la primera vez que se escucha a reconocidos antiuribistas defendiendo a un ex colaborador del anterior gobierno.

En ese marco, no fueron pocas las versiones que señalaban que en el caso específico del “Gaitana”, la culpa de los falsos desmovilizados no era de Restrepo, sino de los oficiales del Ejército que certificaron la existencia del frente subversivo y que, como se vino a saber después, habrían incluso dado, presuntamente, uniformes, armas viejas y hechizas y hasta algún entrenamiento básico militar a los desempleados, indigentes y demás personas que aceptaron hacerse pasar por subversivos y ganarse a cambio los subsidios y apoyos ofrecidos por el Programa de Reinserción y Desmovilización.

Todo cambia

Sin embargo, la intempestiva salida del país de Restrepo cambia toda esa percepción. Para la gran mayoría de los colombianos lo que hizo el ex alto Comisionado fue sencillamente huir al extranjero para evadir la acción de la justicia. Y cuando ello ocurre, la conclusión más obvia y refleja que se deriva no es otra que un posible indicio de culpabilidad por parte del sorpresivo ‘prófugo’. De esta forma quienes lo consideraban un ingenuo y que pecó por inocente, ahora seguramente estarán cambiando de parecer.

Quiéralo o no, el ex funcionario quedó en el mismo plano de “reo ausente” que tiene la ex directora del DAS María del Pilar Hurtado desde el mismo momento en que también salió del país para asilarse en Panamá y evitar un seguro carcelazo por su presunta responsabilidad en el espionaje a magistrados, periodistas y dirigentes de la oposición en el gobierno Uribe.

Restrepo dejó sin argumentos a quienes en las últimas semanas lo estaban defendiendo y diferenciándolo del resto de ex funcionarios uribistas que están siendo procesados judicialmente y sobre los cuales existe en los expedientes y en la misma opinión pública una alta percepción de culpabilidad.

También quedaron por el piso quienes le venían dando algo de credibilidad a la denuncia del ex alto Comisionado de Paz en torno a que la fiscal Viviane Morales lo estaba persiguiendo por sus acusaciones contra Carlos Alonso Lucio (esposo de la jefa del ente acusador), ex guerrillero y quien presuntamente estuvo asesorando a los paramilitares durante el proceso de desmovilización.

Tras su salida al exterior desde el pasado 8 de enero, Restrepo quedó en el peor de los mundos, pues de un lado la Fiscalía y todos los sectores políticos, sociales, institucionales, económicos y gremiales lo sindican de haber evadido a la justicia, tal como lo hicieron Hurtado e intentaron en su momento Sabas Pretelt y Mario Uribe, sino que si quisiera regresar al país la próxima semana no tendría argumento creíble alguno para pedir una casa por cárcel, o su reclusión en una instalación militar, sino que sería enviado de manera automática a una prisión de máxima seguridad como La Picota.

Igual la forma en que el ex comisionado terminó evadiendo su obligación de presentarse a la audiencia de imputación de cargos va a complicar mucho la situación para otros ex funcionarios uribistas que están en la mira de la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía y los jueces, pues confirmándose con el caso Restrepo que los sindicados sí le están haciendo caso a la recomendación del ex presidente Uribe para que tramiten el asilo, pues seguramente ahora los operadores de justicia preferirán dictar de entrada órdenes de captura antes que exponerse al riesgo de otra fuga.

¿Y ahora?

Como se dijo, la suerte del ex alto Comisionado se complicó a cual más. Si no recibe asilo efectivo de algún gobierno muy seguramente podría ser capturado en cualquier país en virtud de una orden de búsqueda internacional de la Interpol.

Además, una cosa fue el asilo en el caso Hurtado, que se tramitó de manera sigilosa entre Uribe y el presidente panameño, amigo personal del ex mandatario colombiano, y otra muy distinta es ahora, pues la comunidad internacional está advertida de la estrategia uribista que buscar refugio en el exterior para evadir la justicia de nuestro país.

Es claro que cualquier nación a la que Restrepo llegue tendrá que sopesar las implicaciones que tendría el darle protección a un ex funcionario contra el que cursan claramente acusaciones por delitos comunes difícilmente conexos con algún tipo de persecución política.

Todo lo anterior evidencia por qué fue tan sorpresivo pero sobre todo incomprensible lo que pasó esta semana con Restrepo. Ni sus más acérrimos críticos se atrevían a tacharlo de delincuente, pero a partir de ahora, en su nuevo rol de “reo ausente”, la imagen del “doctor ternura” sufrió una transmutación tan irreversible como suicida…