“Podemos volver a un período de buenas noticias para la economía y al retorno de la buena vida para ustedes y para sus familias. Gran Bretaña puede volver a ser el país pionero, que rompe marcas y donde se pueden hacer cosas”. Esas fueron las palabras que más impactaron del discurso con que esta semana el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, lanzó su manifiesto electoral con miras a los comicios generales del próximo 7 de mayo, en donde buscará que el Partido Conservador continúe en el poder.
Cameron tiene, sin duda alguna, un difícil reto en las urnas, pues si bien los sondeos le dan una leve ventaja, aún es insuficiente para asegurar una coalición mayoritaria. Sus rivales en los comicios, encabezados por los laboristas de Ed Miliband, los liberal-demócratas del actual viceprimer ministro Nick Clegg, así como otras facciones como el Partido para la Independencia del Reino Unido (Ukip), que comanda Nigel Farage, también presentaron esta semana sus respectivas plataformas políticas y programáticas, por lo que los analistas prevén que las elecciones serán un termómetro muy definitivo sobre el rumbo político de los ingleses a corto y mediano plazos.
Cameron, en el poder desde 2010, cuando se convirtió en el Primer Ministro más joven en dos siglos, sabe que es el blanco preferido de todos los demás partidos y de igual manera es consciente de que no sólo debe imponerse con ventaja ante los laboristas sino que tanto los liberal-demócratas como los del Ukip apuntan a convertirse en las colectividades “bisagra” que rompan definitivamente el bipartidismo tradicional británico y condicionen, al forzar las coaliciones para la formación de gobierno, las líneas gubernativas del Primer Ministro. Además de todo lo anterior es claro que la balanza electoral también podría inclinarse dependiendo de lo que pueda pasar en Escocia.
De la plataforma electoral de Cameron se destaca su promesa de establecer una exención de impuesto para los salarios mínimos y el derecho a la compra de vivienda. Además de la extensión del “derecho a compra” de propiedades, vigente en la década de 1980 bajo el gobierno de Margaret Thatcher, se comprometió a establecer un programa de guarderías gratuito y una flexibilización tributaria para los salarios mínimos.
Toda la Unión Europea está pendiente de los resultados de los comicios ingleses, pues es evidente que las posturas de Londres no solo son claves dentro de todo el proceso de recuperación de la fortaleza económica del bloque comunitario, sino que el peso geopolítico de los ingleses es determinante para afrontar crisis tanto en Medio Oriente como en Asia y África.
Es obvio que el actual Gobierno conservador británico puede exhibir unos resultados que le permiten esperanzarse con un triunfo en las urnas, sobre todo porque la ortodoxia en el manejo económico le permitió al Reino Unido recuperarse de la crisis de la última década del siglo pasado, en especial por el abultado déficit que quedó al final de su último mandato, que duró 13 años.
La permanencia, pues, de Cameron en Downing Street no apunta a ser fácil, sobre todo frente a un electorado que se muestra muy escéptico frente a la eficiencia de todo el aparataje político y partidista inglés, tanto en el Gobierno como en la oposición, para solucionar las problemáticas más urgentes de la sociedad.