Es uno de los más grandes creativos plásticos de todos los tiempos. En septiembre celebrará sus 86 años de vida, la mayor parte de ellos dedicados a la pintura
Entre lo real maravilloso y el realismo fantástico. Así se define la obra del maestro Armando Villegas, precursor del arte abstracto en el país y su hijo adoptivo.
Sus obras más reconocidas en todo el mundo, y una de las más plagiadas también, son sus guerreros que no tienen ningún significado o apología a la guerra, sino que son retratos imaginarios que ya hacen parte de nuestra iconografía plástica.
Son conquistadores, otros caballeros incas, la mayoría retratos imaginarios con coraza y yelmo de quienes asoman un universo de seres como: penachos de plumas, lagartos, colibríes, serpientes aladas, rostros, ramajes, quizás caprichos oníricos del artista que nos llevan a recordar no sólo la mitología prehispánica, sino también un mundo irracional.
En la actualidad sus obras se pueden apreciar en dos exposiciones colectivas que se llevan a cabo en Bogotá. Una en la Galería Alonso Arte, al norte de la ciudad y la otra en el Museo Internacional de la Esmeralda donde varios artistas le rinden homenaje a esta preciosa piedra colombiana.
Un peruano con alma colombiana
Se siente más colombiano que muchos que han nacido en esta tierra, porque aunque es oriundo de Pomabamba, Ancash, Perú en 1926, llegó a Colombia en diciembre de 1950 en la búsqueda de una beca para estudiar Bellas Artes y se enamoró del país, para finalmente quedarse.
En 1993, el entonces presidente César Gaviria Trujillo le entregó la cédula colombiana.
Cuando llegó al país empezó a trabajar en la Galería el Callejón como ayudante de medio tiempo y el resto del día estudiaba. Allí conoció a Álvaro Mutis, a quien le pidió que le escribiera las palabras de presentación para su primera exposición; semanas después, Mutis le dijo que no había tenido tiempo y le recomendó que un amigo lo podía hacer. Así conoció a Gabriel García Márquez, quien escribió la presentación de aquel catálogo inaugural. Gabo también estaba en sus inicios y sus búsquedas, y desde entonces conservan una prolongada amistad.
En Colombia fue quien comenzó la investigación en contra de lo figurativo al lado de Eduardo Ramírez Villamizar y Guillermo Silva Santamaría. De ahí, que en el año 1958, obtuvo el segundo puesto en el Salón Nacional de Artistas con un cuadro abstracto: Azul violeta verde luz, superado únicamente por Fernando Botero. “Esta era la primera vez que alguien concursaba con una obra de ese tipo”, recuerda el maestro Villegas.
En junio de 2011, el Congreso de la República, en cabeza del senador Armando Benedetti lo condecoró por su aporte al arte colombiano, distinción que se sumó a la entregada en 1993, también por el parlamento colombiano, en el grado de Comendador y a la Gran Orden Ministerio de Cultura, en 2007.
Sus obras se han expuesto en París, Nueva York, Madrid, Tokio, Seúl, Ginebra, Basilea, Miami, Lima, Caracas, Quito, Ciudad de Panamá, Santo Domingo, San Juan de Puerto Rico, Bogotá, entre otras, y en ferias y bienales como las de Nueva York, Madrid, Osaka, Sao Paulo, México, Miami y Bogotá.
Está próximo a cumplir sus 86 años de vida y no para de pintar, leer y enseñar. Todos los días se dedica a este oficio en su estudio que permanece lleno de arte, literatura y evocaciones plásticas. En cada rincón del mismo hay obras de arte, la mayoría son elaboradas con desechos que encuentra en cualquier calle de la ciudad y que recoge para volverlos una creación pictórica.
El 20 de julio, cuando Colombia celebre un año más de su Independencia, el portal de internet Google le rendirá un merecido homenaje al poner en su doodle una imagen creada por el maestro especialmente para ese día.