La transformación de un humilde estibador en un brutal asesino es la historia de Un hombre es un hombre, el primer estreno del año en el Teatro Libre, a partir del 29 de este mes. Bajo la dirección de Ricardo Camacho, los espectadores podrán disfrutar de la primera temporada del 2016: una obra que tiene el humor y la música como elementos principales.
El montaje, basado en la comedia del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, presenta 14 actores en escena y música en vivo. “Brecht escribió la mayoría de sus obras pensando en que podían montarse y reescribirse de distintas maneras. Por eso sus obras no están compuestas por escenas sino por cuadros”, explica Juan Diego Arias, quien hizo la adaptación. Agrega que este estilo permite eliminar un cuadro, escribir uno nuevo o cambiar el orden de éstos.
Aunque esto parezca sencillo, precisamente la adaptación fue lo más difícil de hacer, entre otras cosas, porque la obra original se trata de un montaje que duraría más de tres horas. “La obra es absurda y Brecht dejó vacíos en la historia. Hay una línea muy clara de acción, pero hay elementos que quedan sueltos y hay que darles un sentido o quitarlas. Lo principal es que se tiene que entender lo que ocurre y por eso hay que dejar el libreto muy claro”, dice Arias.
Un hombre es un hombrecomienza con el personaje de la viuda Begbick que, como una maestra de ceremonias, da la bienvenida a la obra de teatro. La acompaña un coro de soldados. Luego sucede la acción principal: tres soldados pierden a su cuarto hombre por robar una pagoda, se encuentran con el descargador Galy Gay (el protagonista de la historia), y deciden transformarlo en el soldado restante para ir a la guerra. Pero para convertir a Galy Gay en militar, los soldados deben montar otra representación teatral: el negocio de un elefante falso. Es una obra que contiene dentro de sí otras obras de teatro: como una matrioska.
Es una comedia que, a partir de recursos como caídas, golpes y burlas, llama a la reflexión. “Algo parecido hizo Charles Chaplin en películas como Tiempos modernos: divertía a la vez que hacía una crítica feroz a la sociedad capitalista. Él conoció a Brecht cuando el dramaturgo vivió en Estados Unidos”, sostiene Arias.
La relación de la obra con Colombia es bastante clara: en ésta se critica el reclutamiento militar o las guerras sin sentido. Pero Un hombre es un hombre va más allá y se pregunta por lo que pueden hacer otros hombres, o la sociedad, en un individuo. ¿Hasta dónde llega la libertad de un hombre? ¿Qué tan inmutable es la personalidad? ¿Está determinada por la sociedad en la que está envuelto? ¿Cualquiera puede convertirse en un asesino?
“La obra utiliza dos ejemplos para tratar de responder esas preguntas: el reclutamiento militar y los negocios. Para convertir a Galy Gay en un soldado, primero deben envolverlo en un negocio. Él, antes de probar el sabor de la sangre, no se resiste ante la posibilidad de ganar plata”, concluye Arias.