Fue el primero que demostró en el país que la música puede ser patrimonio de todos
IBA a sucumbir a la tentación de titular “Raúl García, Opus 80”. Así lo he hecho en un par de oportunidades, a propósito de los 80 años de personajes de la música. Pero me robé esa idea de algún genio del difícil arte de titular. Entonces, le he dado la vuelta a lo mismo para apropiarme de la idea de Wolfgang Schmieder, que en 1950 publicó el catálogo de Bach como BWV, Bach-Werke-Verzeichnis, Catálogo de composiciones de Bach. Luego Bernd Baselt lo utilizó, como HWV y no ha sido el único.
Hoy lo uso como GWV 80. Porque el 22 de marzo cumplió 80 años Raúl García, el fundador de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Sin embargo, qué ironía, de la acuciosa y prolífica oficina de prensa de la Filarmónica, no hubo un solo comunicado. Sí, qué ironía, pero para qué decirnos mentiras si el reconocimiento y la generosidad no son plantas que florezcan en los jardines de nuestra geografía.
Suena muy bonito: Raúl García fundador de la Filarmónica. Pero es evidente que ni siquiera la oficina de prensa parece recordar que aquello fue una odisea.
Primero, un grupo de locos -Raúl, Jaime Guillén, Mario Posada, Luis Antonio Escobar, Carlos Medellín, Jaime Glottmann y Belisario Betancur- la crearon, en el papel, en 1967 como Fundación Filarmónica y los primeros conciertos se hicieron en el Teatro Colombia, hoy Jorge Eliécer Gaitán. El 29 de noviembre de ese año nació oficialmente como orquesta para debutar al año siguiente.
Sí, se oye muy bonita la historia. Pero así no fueron las cosas. En 1965 el panorama musical de Bogotá estaba completamente dominado por la Sinfónica de Colombia, que dirigía Olav Roots y actuaba los viernes en la noche en el Teatro Colón: los conciertos del Colón, entonces, como ahora, eran una de las entretenciones favoritas de las élites, porque cómo es de elegante el Colón.
Pese a ello, las cosas eran de otro talante al interior de la Sinfónica en 1965, donde un permanente malestar era la evidencia de una crisis que afloró dos años más tarde y se materializó en agosto del 68, cuando la Orquesta Filarmónica de Bogotá hizo el primero de sus conciertos, con obras de Bach, Mozart, Vanegas, Bártok, Mendelssohn y el himno de Sindici.
Hoy en día se puede entender, era el 68. Pero no en ese momento. El Establecimiento cerró filas contra la nueva orquesta que, hija del 68, buscaba hacer realidad lo que ha hecho durante medio siglo: democratizar la cultura contra viento y marea.
Quien estuvo al frente de la nave, durante los primeros 25 años fue Raúl García. Gústele a quien le gustare, sin él no existiría la Filarmónica. Porque esos primeros años fueron de permanente turbulencia. Los críticos de la época la ignoraron olímpicamente y el periódico más influyente del país, ya en plenos años 80, se rasgó las vestiduras cuando se programaron Sinfonías de Shostakovich, como la evidencia absoluta de sembrar el comunismo en el público.
Fue Raúl quien, con tacto y determinación asombrosas, capoteó todas esas tormentas. Así, la que al principio fue una disidencia Sinfónica, se convirtió en la primera orquesta de Colombia.
El Establecimiento ganó la batalla y luego del episodio más bochornoso que se haya visto en la historia de la cultura nacional, Raúl se vio abocado a presentar su renuncia en 1990: por poco termina encerrado como un delincuente en La Picota.
No me cabe la menor duda: Raúl García es el personaje más importante de la música en el país. No porque haya creado una orquesta, sino porque demostró, por primera vez en Colombia que la música puede ser patrimonio de todos.
Eso no lo han entendido quienes lo han sucedido en la dirección de la orquesta, que no han ahorrado esfuerzos para intentar que la Filarmónica sea una orquesta elegante y glamurosa -comme il faut- y no esa que toca para la plebe que la aplaude con delirio en el León de Greiff, ese auditorio que congrega pueblo de todos lados de la ciudad, hasta gente que llega en bus….
Bueno, miento, porque entre sus sucesores sólo uno ha entendido que la Filarmónica, más que una orquesta es una idea, David García, un violinista que es doctor en historia y magister en filosofía que la dirigió por cuatro años y la hizo evolucionar, de una orquesta a un Sistema… y no puedo eludir decir que es hijo de Raúl García GWV 80.
Como yo, miles de habitantes de esta ciudad he sido beneficiario de la obra de Raúl García y su Filarmónica. Porque la Filarmónica será su orquesta hasta que San Juan agache el dedo.