“Quise captar contraste de noches negrísimas con detonaciones” | El Nuevo Siglo
Las obras de la destacada autora y periodista bogotana, nacida en 1950, han sido traducidas a más de veinticinco idiomas y han merecido varias distinciones.
Foto Nathaly Hurtado
Domingo, 15 de Mayo de 2022
Redacción Cultura

“Todo mito que nace renace. Todo mito que encarna reencarna” fue el epígrafe del italiano Guido Ceronetti, que le dio la inspiración a Laura Restrepo para escribir “Canción de antiguos amantes”, publicado bajo el sello de Penguin Random House.

Este libro, el más reciente de la escritora colombiana, es una obra de ficción basada en los viajes que la autora hizo con Médicos Sin Fronteras por Yemen, Etiopía y la frontera somalí, la geografía mágica y feroz del que alguna vez fuera el reino de Saba.

Esta novela es un caleidoscopio, una puerta de entrada a mundos apasionantes, una audaz amalgama de géneros, épocas, ritmos profanos y bíblicos, crueldad y solidaridad, amor y guerra, dolor y curación.

Sobre este nuevo libro, su carrera y su experiencia en los viajes de Médicos Sin Fronteras, la autora habló en entrevista con EL NUEVO SIGLO.

EL NUEVO SIGLO: ¿En qué momento de su vida llega esa inquietud por la escritura?

LAURA RESTREPO: En realidad desde muy pequeña, con la sola presencia de los libros de la biblioteca del abuelo. Aunque no pudiera leerlos, me parecían objetos mágicos, misteriosos, como cofres del tesoro, llenos de historias, de claves, de enigmas. El Estado colombiano debería entregarle a cada familia una biblioteca básica, bastaría con una docena de libros clásicos, como dotación de primera necesidad doméstica. Estoy convencida de que todo niño que cree en presencia de los libros, tarde o temprano se deja atrapar por ellos, se enamora de las historias que los libros cuentan y termina siendo un buen lector.

ENS: ¿Cómo el periodismo ha sido un complemento en su aventura por la literatura?

LR: El periodismo es una inclinación que no se supera, ni siquiera cuando escribes pura ficción. Mejor dicho, cuando crees que lo que escribes es pura ficción, pero en el fondo contiene altas dosis de investigación, de observación, de andar husmeando por rincones oscuros y metiendo las narices en las vidas de la gente, inmiscuyéndose en sus cocinas y en sus dormitorios para ver cómo viven, cómo reaccionan ante el dolor o conciben la felicidad. Cuando te conviertes en ratón de biblioteca para enterarte de lo que otros ya averiguaron antes que tú y alimentarte de ese acervo. Cuando viajas al lugar de los hechos para presenciarlos de primera mano. Cuando te aficionas a escuchar subrepticiamente los diálogos ajenos… en fin, cuando echas mano de todos esos recursos, que son los del periodismo. Creo que el periodismo tiene, además, una cierta ventaja sobre la literatura: mientras que el escritor tiene la obligación de saber, el periodista cuenta con la libertad, para mí muy valiosa, de preguntar.


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ENS: Luego de una larga trayectoria en este mundo de la literatura, ¿qué ha significado ser una escritora en Colombia?

LR: Significa pasar el umbral hacia otro mundo: el de la realidad vista a través de los ojos de las mujeres. El escenario puede ser el mismo, pero esa nueva visión lo baña en luz reveladora. Hoy día en Colombia la contienda de las mujeres es enorme, valiente y fundacional. En las cuatro esquinas del país presencias la oposición femenina a todo asunto de lágrimas, sea guerras, hambrunas, machismo, odios, racismos, pobreza, fascismo, sequías, pogromos, catástrofes o peste. Para no hablar de lo que Malraux llamó “Las tres caras más antiguas de la muerte”: la tempestad, la soledad y la bruma. Las escritoras mujeres, novelistas, poetas, periodistas, estamos ahí para ponerle palabras a esa tremenda prueba de resistencia, que en últimas es una gesta de futuro. No quiere decir que esos sean los únicos temas que se aborden: la literatura femenina se abre a un espectro infinito de pasiones, terrores y milagros.

ENS: Desde hace varios años estuvo radicada en España y volvió al país para lanzar su libro, ¿con qué país se encontró a su regreso?

LR: Duré un par de años ausente debido a la pandemia, y regresé a un país nuevo, renacido en rebeldía, donde germinan y hacen historias las organizaciones populares que impiden que el país acabe de hundirse en la violencia y la miseria. Un alentador panorama de desobediencia civil y resistencia popular contra la injusticia, la ignorancia del despojo y la destrucción del medio ambiente. Frente a este furor de futuro que ves hoy en Colombia y en otros países en nuestra América, el primer mundo te parece pasmado, volcado hacia su grandeza pasada, inerme ante el avance del fascismo, embolatado en una guerra de tardío ímpetu imperial ferozmente peligrosa, porque a la menor vuelta de tuerca puede desembocar en catástrofe nuclear.

En Colombia se siente el empuje hacia un mundo donde la vida sea posible en todos los niveles. Hace unas noches en Bogotá, en una reunión con viejos amigos de militancia, que hoy son ecologistas y líderes sociales, me dieron una pauta preciosa para una novela nueva. El capitalismo -dijeron- escribió la historia de la tierra (invasiones, territorios, fronteras, naciones). Pero la era que ahora se abre tiene que dejar eso atrás, y escribir ya no la historia de la tierra, sino la historia del agua. Ya no en el territorio, sino en el río.

ENS: Hablemos de "Canción de antiguos amantes", ¿cómo nace esta historia?

LR: “Canción”, porque cuando todo se olvida, las canciones son lo último que la memoria retiene. Las canciones y la poesía son el último reducto de nuestra memoria enamorada. ¿Y por qué “de antiguos amantes”? Porque en esta novela se desarrolla una doble historia de amor, por un lago, una versión mítica, que sucede entre la legendaria reina de Saba y el rey Salomón, y por el otro lado, una relación muy terrenal y contemporánea, entre un joven escritor y una pareja somalí que ayuda a las mujeres a dar a luz, o simplemente a sobrevivir, en medio de las desolaciones del desierto.

Quise escribir una elegía a las mujeres desterradas, las eternas caminantes, en este caso concreto las que van subiendo por el cuerno de África en río migrante que atraviesa los desiertos de la Península Arábiga en busca de un refugio cada vez más lejano y esquivo. En la doble historia de amor quise enlazar lo real-cotidiano con un pasado mítico que le hiciera las veces de caja de resonancia. Quise buscar un mito que resaltara la universalidad de lo que comúnmente se considera exótico, tercermundista, o que es visto como “tragedia ajena”. De un sabio italiano, Guido Ceronetti, tomé el epígrafe que me orientó hacia lo que buscaba: “Detrás del código genético, tenemos inscrito un código mítico”.

ENS: ¿Qué ha significado para su vida y su obra la experiencia de los viajes con Médicos Sin Fronteras?

LR: “Canción de antiguos amantes” es una novela de ficción, pero tiene como base los viajes que hice con Médicos Sin Fronteras por Yemen, Etiopía y las fronteras de Somalia, conjunto de territorios donde se supone que existió alguna vez el mítico reino de Saba. Pude acompañar, al menos unos meses, a los integrantes de MSF en sus ambulancias, que recorren los caminos sorteando atentados y emboscadas, y en sus hospitales de campaña, más de una destruidos por ataques aéreos. La guerra interna, la ofensiva de las potencias extranjeras, el fanatismo religioso y el avance del desierto hacen durísimas las condiciones de esta región, que bien puede ser al mismo tiempo unas de las más bellas que he conocido. Cuando llegué a Sana’a, la capital de Yemen, supe que estaba no solo en la ciudad más antigua del mundo, sino además en la más bella: cuando atraviesas sus murallas, un vértigo en el tiempo te instala en un Medioevo musulmán casi intacto, como sacado de “Las mil y una noches”. Quise captar el contraste entre esas noches negrísimas, plagadas de estrellas y de un silencio absoluto, con las detonaciones y los relumbrones del bombardeo.

ENS: ¿Qué sigue ahora para Laura Restrepo?

LR: Sigue una historia muy intensa y muy colombiana. Después periplo, otra vez a lo nuestro.