Las procesiones de Semana Santa de Popayán, celebradas desde 1556, hacen parte de la cultura payanesa, pues representan lo más profundo de la experiencia de adoración religiosa que tienen los habitantes de esta ciudad. Esta manifestación que congrega a la comunidad como ninguna otra, fue declarada patrimonio de la humanidad en 2005 y miles de feligreses cada año visitan la ciudad blanca para participar de las procesiones y los actos de reflexión.
Además de las tradicionales procesiones religiosas, los payaneses recordarán el terremoto, de 1983 que sacudió a la ciudad y conmemorarán los 50 años del Festival de Música Religiosa.
La Ciudad Blanca iniciaba su tradicional Semana Santa, una de las más antiguas conmemoraciones de tradición católica de América Latina, cuando visitantes y habitantes sintieron el terremoto que marcó una magnitud de 5.5 en la escala de Ritcher, y que destruyó buena parte de la ciudad: edificios públicos, iglesias construidas en la colonia, casas y vías, que hacían parte del acervo histórico y patrimonial de la ciudad quedaron en ruinas. Durante los 10 años siguientes a la tragedia se restauró la ciudad y se recuperó el esplendor arquitectónico colonial.
Después del terremoto, las calles coloniales del Centro Histórico de Popayán, ya restauradas, continuaron siendo un espacio donde los fieles, vestidos con hábitos religiosos, se dan cita para ver y sentir esta tradición, en medio de un ambiente de silencio reverencial alumbrado por cirios y perfumado por inciensos.
Si bien las procesiones se fundan en una costumbre en la que eran protagonistas las familias ilustres de Popayán, hoy en día congregan alrededor de la mística de su recorrido a todos los sectores de la comunidad: los payaneses se reúnen en torno a esta festividad religiosa para rendirle homenaje a la resurrección de Cristo, y lo hacen llevando o contemplando los “pasos” durante el recorrido que hacen por veintidós calles de Popayán.
Los elementos centrales de las procesiones son los “pasos”, grupos escultóricos que encarnan la pasión de Cristo, creados y agrupados según normas complejas transmitidas de generación en generación y enseñadas a los niños desde la edad de cinco años. Las figuras de los pasos, que representan a personajes relacionados con la pasión de Cristo son de madera, datan en su mayoría de finales del siglo XVII y son notables tanto por la calidad artística de los dorados como por el trabajo de ebanistería y la elaboración de su indumentaria. Pero su esplendor no se halla sustentado solo en la magnificencia de sus tallas, sino también en la orfebrería y las composiciones florales.
Estas procesiones han estado acompañadas desde hace 50 años por el Festival de Música Religiosa, el cual congrega a artistas y melómanos colombianos y extranjeros. Expresiones artísticas, artesanales, bibliográficas, se encuentran por todos los rincones de la ciudad colonial. La visita a ellas y a los museos, repetida cada año, es casi un ritual complementario de los de carácter religioso propio de la época. Garantizando la continuidad del elemento en todas sus expresiones diversas, situación que ameritó con toda consideración el reconocimiento nacional e internacional con el que cuenta actualmente.
Esta manifestación busca seguir fortaleciendo la memoria histórica afianzada en la tradición y en la reproducción de valores, incrementando la cohesión, reforzando la identidad a través de las nuevas generaciones que se integran en su preparación y en su ejecutoria bajo la directriz de los mayores. Información Ministerio de Cultura.