La novelista Ana María Matute, una de las principales exponentes de la literatura de posguerra en España, falleció a los 88 años en Barcelona dejando atrás una carrera llena de premios y reconocimientos a su maestría al contar cuentos.
Entre todos ellos destaca el premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras hispanas, que recibió en 2010, siendo la tercera mujer en obtenerlo después de la española María Zambrano (1988) y la poeta cubana Dulce María Loynaz (1992).
"Soy feliz, enormemente feliz", dijo entonces Matute, con una gran sonrisa que aun así no disimulaba el frágil estado de salud que finalmente terminó con su vida este miércoles.
"Ana María Matute ha fallecido esta mañana en el Hospital de Barcelona, debido a una insuficiencia cardiorrespiratoria que se ha ido agravando", informó en un comunicado la editorial Destino, del grupo Planeta.
Estos problemas de salud no le impidieron trabajar en los últimos meses en la novela "Demonios familiares", que había casi terminado y que Destino publicará en septiembre como habían planeado con la novelista.
"Será su último legado", dice la editorial en su comunicado.
La cultura española recordó con afecto a esta mujer de aspecto frágil, pelo ondulado blanco y sonrisa inocente que fue admirada por su imaginación y su maestría en el arte de contar cuentos.
"Ana María era inclasificable. No se dejaba clasificar con facilidad en los apartados que las historias de la literatura tienen. Precisamente por su extraordinaria originalidad", dijo José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española, de la que ocupaba el asiento K desde 1998.
El responsable de Cultura del gobierno regional de Cataluña, donde nació y vivió Matute, Ferran Mascarell, destacó "su valor de la sensibilidad, de la imaginación y de la fantasía para encarar las grandezas y las miserias de los seres humanos".
- La huella de la posguerra -
Nacida el 26 de julio de 1925 en Barcelona, Matute pertenece a una generación de españoles cuya infancia quedó marcada por la Guerra Civil (1936-1939) y su juventud por la miseria y la falta de libertades de la posguerra bajo la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Las inclemencias de ese tiempo dejaron huella en su producción literaria, que desprende un anhelo de fuga y un intento de distanciarse de esa realidad mediante elementos mágicos y una gran dosis de imaginación.
Perteneciente a la generación literaria de los años 50, la obra de Matute, lírica y a la vez realista, se enmarca de forma independiente, eligiendo a veces una mirada infantil o juvenil como forma de alejarse de esa dura realidad.
Narradora precoz, Matute escribió e ilustró su primer relato a los cuatro años tras estar a punto de morir por una infección de riñón. Desde entonces siguió dedicada a la literatura y con 17 años envió a la editorial Destino su primera novela, "Pequeño teatro", que acabaría publicando once años después al ganar el premio Planeta.
De familia barcelonesa acomodada, Matute tiene un hijo, Juan Pablo, nacido en 1954. En su obra, la infancia y la Naturaleza siempre han ocupado un importante papel, y los cuentos, que recopiló en 2010 en el libro "La puerta de la luna", son uno de los géneros en los que mejor se ha movido la autora.
Entre sus novelas destacan "Los hijos muertos" (1958), "Los soldados lloran de noche" (1963), "Luciérnagas" (1993), "Olvidado rey Gudú" (1996), "Aranmanoth" (2000) o "Paraíso inhabitado" (2008), que en su momento dijo que sería su última novela.
Además del Cervantes, esta escritora barcelonesa ha sido reconocida con numerosos premios como el premio Planeta en 1954, el premio Nacional de Literatura, el premio Nadal o el premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Algo que nunca pareció importarle demasiado.
"No escribo para ganar premios, gano premios porque he escrito libros", afirmó poco antes de ganar el Cervantes.