Nueva York es la ciudad donde todo es posible y el ascendente artista colombiano Oscar Murillo se propuso ponerlo a prueba instalando en una moderna galería de arte de Manhattan la fábrica de bombones de su pueblo natal, un "experimento" para debatir sobre comercio, globalización, inmigración y trabajo.
La muestra "Una novela mercantil", abierta desde el jueves hasta mediados de junio en la galería David Zwirner del barrio de Chelsea, es una verdadera factoría en funcionamiento, ya que Murillo, en colaboración con la compañía líder en el sector de alimentos Colombina, logró el traslado de maquinaria y obreros para producir bombones.
Se trata de la primera exposición individual en Nueva York de Murillo, de 28 años y oriundo de La Paila (Valle del Cauca, oeste de Colombia), pero que vive desde hace casi dos décadas en Londres, donde se ha convertido en uno de los niños mimados del arte contemporáneo, con obras vendidas por más de 400.000 dólares el año pasado.
Para esta muestra, el joven recurrió a su experiencia personal, ya que varias generaciones de su familia, incluyendo su madre Virgelina, han trabajado en la fábrica de bombones de Colombina en La Paila.
"Estoy usando mi propia historia como un catalizador para una conversación más amplia", afirmó Murillo a la AFP el miércoles en la presentación de la muestra.
Al convertir la galería en un lugar de producción completamente operativo, el artista busca "abrir una reflexión no solamente sobre comercio y globalización, sino también sobre relaciones individuales y comunidades, orígenes e inmigración".
Nada falta en el enorme loft de la galería: además de la máquina que fabrica los bombones hay altas estanterías con cajas de cartón empacadas, cortinas de plástico que separan el sector abierto al público de la usina, cajones de madera, mesas de trabajo, el logo de la compañía pintado en un muro, un cartel con las normas de seguridad laboral a seguir.
Entre los 13 obreros vestidos con guardapolvos blancos, cofias y mascarillas se encuentra por ejemplo Víctor, amigo de la madre de Murillo.
- Un "experimento" sin expectativas -
De humildes orígenes, Murillo trabajó en un empresa de limpieza y se volcó al arte en principio como una terapia. Estudió luego en la Universidad de Westminster y el Royal Collegue of Art de Londres. En diciembre de 2013, presentó su primera exposición individual en la capital británica.
A pesar de llevar casi veinte años fuera de su tierra natal, y preferir hablar en inglés con la prensa, el joven mantiene "estrechos vínculos" con la Paila y la fábrica de Colombina.
"No hubiera podido usar otra marca como Cadbury del Reino Unido porque no tengo nada que ver con ella", explicó.
El trabajo con Colombina es un desafío para ambas partes, ya que mueve a la compañía "fuera de su zona, como empresa, como negocio". Su presidente César Caicedo estuvo presente en la inauguración de la muestra.
Fundada en 1927, Colombina se presenta con una las empresas de alimentos más sostenibles del mundo, y destaca en su sitio internet su inclusión en el anuario 2014 del sector por RobecoSam, compañía encargada de realizar el Dow Jones Sustainability Index.
La muestra incluye pantallas gigantes con imágenes del trabajo de los obreros, documentos como una vieja solicitud de trabajo y, por supuesto, los paquetes de bombones de color plateado y con una sonrisa.
Para Murillo, la muestra "es un experimento" sin expectativas.
"Vamos un poco más allá de una simple fábrica. Obviamente el elemento 'fábrica' es muy seductor porque es algo que no pasa todo el tiempo", precisó.