Hace cinco años llegó a Colombia una nueva forma de acampar bajo las estrellas, al aire libre y con los mismos lujos de un hotel tradicional: el “glamping”, la nueva tendencia hotelera en la que se fusionan la naturaleza, el glamour y todas las comodidades que se podrían encontrar en una posada de alta gama.
Este nuevo concepto nace de las palabras en inglés “glamorous” y “camping”, que combinadas significan “acampar con estilo o elegancia”, tendencia que cada día va tomando más fuerza, tanto por el lado de los turistas como por los empresarios hoteleros, quienes vieron en esta opción una oportunidad para ampliar sus servicios.
El incremento de reservaciones para este tipo de servicios turísticos ha sido notorio: según reportes de Trends & Travel, la categoría de alojamientos tipo “glamping” o rural ha crecido en América Latina más de 41% durante los últimos 12 meses.
Los “glampings” ahora son cada vez más buscados en los portales de reservas y gracias a que Colombia posee una alta variedad de paisajes, climas y ecosistemas, que hacen más atractivo este tipo de turismo, ha sido más amplia la oferta de servicio y demanda de visitantes propios y del exterior.
Y para muestra de ello, se estima que por lo menos en 11 departamentos del país hay alguna oferta de “glamping”, según datos de la plataforma turística Experiencia Viajera, donde están contabilizadas y clasificadas por precio, calidad, ubicación, excelencia en la oferta y atractivos.
Los primeros en la oferta
De acuerdo con Valentina Prieto, fundadora de Levit Glamping, el primero de este estilo que nació en Antioquia, el concepto llegó a Colombia hace unos cinco años y desde entonces este tipo de lugares fue creciendo, hasta llegar al punto en que los materiales para su construcción se importaban.
“Fuimos los primeros en crear un ‘glamping’ en Antioquia y para nosotros fue bonito porque lo hicimos con el objetivo de cubrir una necesidad de ecoturismo para parejas, aunque también los hay de tipo familiar, de grupos y de varios estilos”, detalló Prieto.
Ahora, si bien es cierto que estos lugares permiten aislarse de la ciudad, conectar con la naturaleza, respirar aire puro y vivir momentos inolvidables, también son sitios que deben cumplir con ciertos requerimientos exigidos por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y que son los mismos que cumplen las cadenas hoteleras del país, como lo son las garantías de seguridad sobre las personas y sus bienes, contar con la inscripción en la Cámara de Comercio y la certificación y autorización del Registro Nacional de Turismo.
Para ser más específicos, la Asociación Hotelera y Turística de Colombia, Unidad Sectorial de Normalización, encargada de elaborar normas técnicas para el subsector de alojamiento, estipula que los “glampings” deben contar con las habilidades y destrezas del recurso humano, calidad en la operación hotelera y de los servicios, compromiso con el medio ambiente y categorización por estrellas.
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Dónde están y qué ofrecen
Antioquia y Cundinamarca lideran este tipo de turismo, por sus atractivos naturales y la magia de sus montañas. El primero cuenta con más de 25 tipos de “glamping” en diferentes zonas de la región y el segundo tiene una oferta de más de 35 opciones. Uno de los más solicitados en Cundinamarca es El Establo en San Francisco, el cual permite alojarse en carpas con decoración rústica, equipadas con zona de estar, vista a la montaña y baño privado. Este lugar ofrece la oportunidad de compartir con animales de la zona y realizar actividades como senderismo y ciclismo.
Cabe resaltar que debido a la pandemia los servicios se adaptaron a estrictos protocolos de bioseguridad; además, las propuestas de estos sitios promueven los proyectos sostenibles y que protegen el medio ambiente.
La demanda de estas opciones está en busca de comodidad, que es justamente la máxima ventaja que ofrece un “glamping”, pues a diferencia de un campamento tradicional, estos sitios ofrecen un adecuado lugar para dormir y realizar actividades como cocinar, admirar el paisaje y disfrutar de un buen baño.
Tal vez sea esta la causa de que sus precios sean altos, incluso más que una noche en un hotel reconocido. Por lo general oscilan entre $350 mil y $1,5 millones y hasta más, dependiendo de los atractivos turísticos y naturales.
Adicionalmente, estos hospedajes van más allá de ser un domo con una malla, que es la imagen que miles de personas tienen de ellos. Ahora también existen varios estilos de alojamiento como el tipi (carpas de cuero como las que usaban los nativos norteamericanos), los domos, las burbujas, casas en el árbol, cabañas y hasta iglús de cristal. Algunas con piscina, caminatas guiadas, actividades recreativas y paseos a sitios emblemáticos cercanos. Y todas se encuentran al aire libre y están separadas las unas de las otras para no dar la sensación de estar en un hotel.
Otra característica de estos sitios es que el nivel de confort y de lujo suele ser elevado y estar a la altura de los hoteles de 4 o 5 estrellas: camas de calidad y espaciosas, desayuno (puede haber un restaurante cerca), cuarto de baño confortable, limpieza diaria, calefacción, agua caliente y privacidad.
“Mi esposo, y yo decidimos abrir las puertas de este mágico lugar. Aprovechando el clima, la naturaleza y este entorno relajante y natural, ideal para parejas, para escapar de la rutina. El sitio que construimos fue con diseño propio y diferente a las demás, quizás porque fuimos pioneros y vamos innovando. La carpa es colgante, impermeable y abrigada. Además cuenta con vista de 180 grados para mirar el lago Guatapé. Otra diferencia es que nosotros ofrecemos caminatas ecológicas guiadas, proyección de películas con crispetas, fogata con masmelos, y actividades especiales para parejas. Nuestro sitio es único en el mundo”, resalta Valentina Prieto.
Refirió además que los “glampings” tienen que reportar al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo la información de quiénes y cuántas personas se hospedan. “Cumplimos todas las normas de un hotel tradicional. Por ejemplo, debemos tener el aval del Cuerpo de Bomberos, el registro sanitario, el permiso de la Policía y todo lo que conlleva dar el servicio turístico”, apuntó Prieto.
No hay que olvidar que estos sitios están inmersos en la naturaleza. Por lo tanto, los insectos estarán también acampando. Los “glampings” deben contar con control de bichos. Lo que no se debe permitir es que molesten la tranquilidad de los huéspedes.
La búsqueda de la desconexión y el acercamiento con la naturaleza es lo más examinado por los huéspedes en los últimos meses, y este tipo de lugares se ha convertido en la mejor manera de satisfacer su demanda.
Como norma general, estos sitios buscan tener un impacto mínimo en el lugar en el que se encuentran. Se suelen usar paneles solares o energía eólica, las estructuras se diseñan para no dañar o perturbar el entorno.
También hay que tomar en cuenta elegir un buen “glamping” para evitar malas experiencias. Se recomienda solicitar el Registro Nacional de Turismo, buscar referencias o comentarios de turistas en la web, indagar en varias plataformas virtuales y verificar que pertenezca a una red turística reconocida.
Luego de decidir cuál lugar visitar, se debe llevar ropa abrigada y zapatos cómodos. Quizás unos binoculares para poder avistar las zonas alejadas.
Finalmente, la creciente oferta de “glampings” ha hecho que cada vez sean mayores las inversiones en estas opciones de alojamiento, así como la experiencia de calidad a los huéspedes.