Un grupo de arqueólogos descubrió una zona minada de cráteres y fosas en una plaza del sitio arqueológico de Teotihuacán, en el centro de México, que revela que los espacios abiertos también eran centros de culto, informó hoy el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
"Nos encontramos frente a un nuevo ombligo de la ciudad, frente a un nuevo centro cósmico", estimó Verónica Ortega, directora del primer proyecto de excavación realizado en la Plaza de la Luna.
Este sector es de suma importancia dentro de Teotihuacán pues desemboca a la Calzada de los Muertos, el gran eje del espacio sagrado de este sitio, ubicado a unos 50 km de Ciudad de México.
"Por primera vez se sabe que el espacio abierto no necesariamente está vacío de evidencia arqueológica. En general, los espacios públicos de Teotihuacán, La Ciudadela y las plazas de las pirámides del Sol y la de la Luna, tuvieron un simbolismo más allá del que vemos", señaló la experta.
Desde una vista aérea, el hallazgo "podría simular un paisaje lunar repleto de cráteres: fosas en cuyo interior se hallan estelas lisas de piedra verde, conductos que marcan al centro de este espacio los rumbos del universo y una serie de horadaciones que contenían cantos de río, un código simbólico que los antiguos teotihuacanos elaboraron en las primeras fases de la urbe, hace mil 900 años", describe el INAH en un comunicado.
Los hallazgos permiten saber que la Plaza de la Luna no era como luce actualmente, sino como un terreno semejante a "la cara de un queso gruyer", con fosas posiblemente excavadas desde las primeras etapas de la ciudad, alrededor del año 100 d.C., abundó.
Hasta ahora, se han identificado más de 400 oquedades usadas a lo largo de cinco siglos, pequeños hoyos de entre 20 y 25 cm de diámetro y cuyas profundidades oscilan los 30 cm. En muchos de ellos había piedras de río, traídas de otro lugar.
Posiblemente "fue un espacio con una carga simbólica que une la parte subterránea, el inframundo, con el plano celeste", detalló Ortega, para quien es probable que la gente llegara a este espacio abierto y depositara objetos, en un ritual de propiciar la fertilidad.
Hasta el momento se han ubicado cinco estelas completas dentro de fosas, cuyas alturas y pesos varían entre los 1,25 a 1,50 metros, y los 500 a 800 kilos y se hallan a una profundidad de cerca de los 4 metros.
El proyecto de exploración, que comenzó en 2015, concluirá a fines de julio próximo.
Teotihuacán, con una superficie de 20 km2 y un estimado de hasta 125.000 habitantes, fue una de las ciudades más importantes de América. /AFP