El complejo sistema de calendarios que les permitió a los Mayas medir el tiempo, que concebían cíclicamente, hizo de esta cultura una de las sociedades más importantes de la América Prehispánica.
Por esta razón en el Museo del Oro estarán hasta el 12 de febrero 96 objetos patrimoniales del Museo Regional Palacio Cantón de Mérida, México, de los cuales se podrán apreciar y conocer los mayores logros que alcanzaron los Mayas en astronomía, matemáticas, arquitectura, escritura y otras artes.
La exposición, que se denomina La sociedad y el tiempo Maya, invita a explorar una de las cosmovisiones más fascinantes de la historia y a entender, lejos de la mala interpretación que se hace por estos días, el origen y el sentido de sus profecías.
En la actualidad existen más de cuatro millones de mayas divididos en nueve grupos étnicos y con cerca de 30 lenguas propias. Son considerados la sociedad indígena más numerosa de toda América.
Según el calendario maya, el 21 de diciembre de 2012 terminará la quinta era del universo, un ciclo de 5.125 años, e iniciará otra al igual que las cuatro veces anteriores. “Para la civilización maya, el tiempo es una realidad cíclica: tiempo agrario, tiempo cósmico y el tiempo de las dinastías gobernantes, formaban parte de un círculo que cumplía rigurosas etapas, y en donde el final era sólo el comienzo de lo mismo”, explica Alfonso de María y Campos, Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
El tiempo maya se registraba simultáneamente con dos calendarios: uno sagrado de 260 días y otro civil de 365 días; ambos constituían la Rueda Calendárica, cuyo ciclo duraba 52 años. Para calcular períodos más grandes existía además La Cuenta Larga, que se agrupaba en medidas de tiempo denominadas kin (un día), uinal, tun, katun y baktun (de 144.000 días). 13 baktunes constituían una era.
Los calendarios fueron hechos por sacerdotes mayas, quienes basados en sus complejos sistemas matemáticos y en un profundo conocimiento de los astros, podían predecir eventos celestes como solsticios y equinoccios, eclipses y otros hechos astronómicos.
Hacían además profecías y augurios sobre el destino de las personas y las sociedades, sobre desastres naturales o eventos míticos del futuro relacionados con el linaje de sus gobernantes. Para hacer sus profecías, los sacerdotes miraban al pasado, escritos en estelas y códices, dado que por la forma cíclica de contar el tiempo pensaban que los hechos se solían repetir de un ciclo a otro.
A través de la exhibición el público podrá entender que los Mayas nunca dijeron que el fin del mundo será el 21 de diciembre, lo que sucede es que ese día se termina el calendario de esa civilización, lo que para ellos significa no el fin, sino un cambio de ciclo, el cual según muchos expertos requiere de cambios espirituales, de un cambio de conciencia por parte de las personas frente a sí mismos y su relación con la naturaleza.
La muestra, que estará acompañada por conferencias y talleres, hace parte del programa de exposiciones internacionales del Museo del Oro que en años anteriores ha traído a Bogotá exposiciones patrimoniales de China y Chile