Fuleco, la mascota del Mundial de fútbol de Brasil, es un animal real y entrañable: un armadillo bolita que lucha contra la extinción. Pero hasta ahora la Copa no le está ayudando mucho.
Ahora los científicos piden que cada gol del Mundial, que se celebra en 12 ciudades brasileñas del 12 de junio al 13 de julio, se transforme en más protección para el armadillo.
El armadillo bolita es un curioso animal de 50 centímetros que cuanto se siente en peligro se recoge y con su duro caparazón forma una perfecta bola, de ahí su elección como mascota de la Copa del Mundo.
La caza y la destrucción de su hábitat -la 'Caatinga' o semiárido del norte y noreste de Brasil- son las principales amenazas a su supervivencia.
La ONG Asociación Caatinga propuso a la FIFA que adoptara el "tatú bola" como mascota, convencida de que Brasil, país de enormes bosques y selvas, tenía que vincular la Copa del Mundo al medio ambiente y aprovechar el evento para proteger especies y ecosistemas en peligro.
Más de 1,7 millones de personas votaron por bautizar al pequeño armadillo, que pesa menos de un kilo y se alimenta de hormigas, raíces y frutas, como "Fuleco", la combinación de las palabras "fútbol" y "ecología".
Pero hasta ahora, "Fuleco no ha utilizado ningún discurso ambiental, no dice que está en peligro de extinción. Muchos ni saben que Fuleco es un armadillo, ni siquiera aquí en Caatinga, de donde es oriundo el animal", explica a la AFP Rodrigo Castro, presidente de la Asociación Caatinga.
"La FIFA autoriza a empresas para la venta de productos con Fuleco, incluido un millón de peluches [producidos en China] pero ni una pequeña parte de ese dinero va a la protección de la especie", afirmó.
"Haber elegido a Fuleco como mascota oficial ha ayudado a aumentar la conciencia en Brasil en torno al armadillo bola y su estatus como especie vulnerable", afirmó la Fifa en un comunicado enviado a la AFP, en el que indica que la mascota no está siendo "usada para promover mensajes ambientales específicos".
- Goles a favor del tatú bola-
Científicos vinculados al instituto de biodiversidad ICMBIO del gobierno han lanzado una provocadora campaña en la que reclaman a la FIFA y al gobierno que cada gol del Mundial sea transformado en 1.000 hectáreas de protección de la Caatinga.
"Queremos que la elección del armadillo bola como mascota del Mundial no sea apenas simbólica, sino que efectivamente contribuya a la conservación de esta especie tan carismática. Y de su ambiente", afirma José Alves Siqueira, profesor de la Universidad Federal del Valle de San Francisco (Univasf), en un artículo de la revista Biotrópica en el que los científicos lanzaron la campaña.
Del lado brasileño, ya ha habido algunas buenas noticias para el armadillo, ya que está por salir un plan con metas específicas para su conservación, informa el ministerio de Medio Ambiente.
"Sin la Copa del Mundo, seguramente eso no hubiera ocurrido", dice Castro.
Una patrocinadora de la Copa, la filial brasileña de la fabricante alemana de neumáticos Continental, ha adherido a esa campaña en favor del armadillo.
La Caatinga, que ocupa un área más extensa que Francia, Reino Unido y Suiza juntos, y que conserva aproximadamente 50% de su cobertura vegetal, es el hábitat de otras especies emblemáticas y amenazadas que podrían beneficiarse de esa protección, como el puma y la jaguatirica, un felino menor.
El armadillo bolita -cuyo nombre científico es Tolypeutes Tricinctus, en referencia a los tres cinturones que permiten que su caparazón se acople en forma de balón- es "la única especie de armadillo endémica de Brasil", además de ser la menor y menos conocida, según el Libro Rojo de la Fauna Brasileña Amenazada de Extinción.
"El armadillo bola no excava agujeros, y sus únicas estrategias de defensa son la fuga y recogerse bajo su caparazón pero, incluso corriendo en fuga, puede ser alcanzado fácilmente por una persona, y cuando se enrolla [una posición que puede mantener por 20 o 30 minutos], puede ser agarrado sin riesgo para quien lo caza", informa el Libro Rojo.