Luisa Fernanda, la reina de la zarzuela | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Febrero de 2014

 

Por Emilio Sanmiguel

Especial para El Nuevo Siglo

 

YA CASI cumple cien años la Luisa Fernanda de Federico Moreno Torroba y nadie consigue derrocarla del indiscutido trono de la zarzuela.

 

Tremenda paradoja. Que el último gran título de la historia del género terminara encabezando el listado de las favoritas, aquí en la América zarzuelera y en la España ídem. Paradójico, en cambio, que los compositores le hayan dado la espalda al género desde ese ya lejano 1932, cuando la Luisa se estrenó en el Teatro Calderón de Madrid. Pero, bueno, se entiende, los compositores desde hace algo más de un siglo se toman a sí mismos demasiado en serio, piensan que su arte jamás podría caer tan bajo y no se dan cuenta que, en tanto, el público que tiene menos remilgos, llena los teatros para ver Los gavilanes, La rosa del azafrán  y la Luisa de Moreno Torroba.

 

Hoy en día los grandes reggiseurs no se la toman muy en serio (ellos tampoco suelen bajar de sus cumbres borrascosas) y el género sobrevive a pesar de telones pavorosamente pintados y puestas en escena recargadísimas, porque el público la adora y, como decía, por encima de todo adora a la Luisa, por la historia de la muchacha que desprecia a Vidal, que es rico, poderoso y honesto, para largarse al final con Javier, que es medio chulo, arribista y medio y, de contera, ya no tiene ni un centavo; pero es que en el mundo lírico, se sabe, el tenor se queda con la soprano pase lo que pase, y entre lo que pasa, pasa que las partes que canta Vidal son más bellas que las de Javier, pero Javier es tenor, y entre lo que canta, canta la popularísima Mazurca de las sombrillas con la duquesa Carolina, que es la mala de la historia: rica, poderosa, inescrupulosa y pérfida, ¡una bomba atómica!

 

Con el público operístico -ese que que se precia de entendido- pasa que, como en general está compuesto por arribistas y esnobistas, desprecia la zarzuela, porque profana sus castos oídos habituados a manjares superiores. Zenón de Chiquinquirá la odia por épocas y dice soportarla a ratos, depende del cocktail y de la embajada…

 

Como se verá, soy de los que la adora, la tomo muy en serio y por eso creo que la oportunidad de ir a ver la producción del Teatro Real de Madrid de Luisa Fernanda este fin de semana al Teatro Mayor es única.

 

Porque la producción de Emilio Sagi, el hijo de Sagi Vela el tenor de las grabaciones del legendario sello Montilla, es simplemente preciosa. Es la misma que, bajo la dirección de ese monstruo de la dirección musical que es Jesús López Cobos le ha dado la vuelta al mundo en el formato de DVD y Blu-Ray, pero –protégeme Santa Bárbara de la herejía que voy a pronunciar a continuación- con la ventaja de que en Bogotá no nos toca soportar a Plácido Domingo cantando la parte de Vidal como en el video de marras, sino a un barítono de verdad, el español Javier Franco. Cada vez que a Plácido Domingo le da por dárselas de barítono hace daños irreparables al mundo lírico: su Simon Boccanegra del Met y su Vidal de la Luisa del Real.

 

La producción de Sagi, decía, es preciosa, se mueve en el exquisito marco de los decorados firmados por él, que pintarán en el escenario del Mayor una Madrid Blanca con los personajes vistiendo los trajes de Pepa Ojanguren, también predominantemente blancos.

 

Musicalmente estará a cargo del español Manuel Coves al frente de la Sinfónica Nacional con algo adicional, que por primera vez en el país se oirá la versión más extensa de la Mazurca de las sombrillas, la que hizo el compositor unos años después del estreno madrileño y que incluye un interludio orquestal que sabe utilizar a tope Nuria Castejón, que es la coreógrafa de la producción.

 

La parte protagonista estará a cargo de la soprano Isabel Rey, una de las grandes estrellas del firmamento lírico español de la actualidad y Javier, el malo de la historia, el tenor Gustavo Peña: para ellos escribió Moreno Torroba el más tierno dúo de amor del género, que cantan el tenor y la soprano a la altura del último acto.

 

Vidal, el encargado de la popularísima Morena clara que es la favorita del público y de la romanza del acto II Por el amor de una mujer, que es la mía, es  Javier Francio, no hay palabras para agradecerle al Real madrileño que nos haya evitado la penosa presencia del tenor Domingo jugando al barítono.

 

Para cerrar el cuarteto protagonista está la soprano Elena de la Merced, encargada de la duquesa Carolina; el compositor le entrega dos grandes dúos, ambos con el tenor, el del Caballero del alto plumero y la favorita de favoritas, la Mazurca de las sombrillas, además la pone en el centro del drama en la logradísima escena de la subasta.

 

Punto al favor del Mayor. Es la segunda gran producción lírica que llega a su escenario desde España, el año pasado la Carmen de Calixto Beixtio y, abre plaza este año con esta Luisa Fernanda que más que recomendada, debería ser una asignatura obligada para todo aquel que se precie de amar el arte lírico.

 

Cierro con una observación: como se trata de una puesta en escena de corte contemporáneo, por lo mismo, es una gran oportunidad para que las nuevas generaciones se aproximen a la zarzuela; porque visualmente es un espectáculo extraordinario.