“O te cansas luchando por la paz, o mueres.” Así describió el icónico John Lennon, como en cientos de ocasiones, sus luchas por las causas sociales que transformó en melodías con el fin de crear conciencia en la humanidad. Aquellas canciones se transformaron en himnos de paz que cientos de personas aún corean alrededor del mundo en búsqueda de ese ideal que el artista defendió hasta el final de su vida, la cual culminó con cinco disparos una noche de invierno del 8 de diciembre de 1980 en las puertas de su residencia en Nueva York.
La versatilidad artística de Lennon se vio reflejada no solo en su talento como compositor e intérprete, sino también en las breves incursiones que hizo en la pintura, la literatura y hasta el cine, además de demostrar su amplia capacidad comunicativa en múltiples conferencias y entrevistas en las que siempre resaltó ese mundo en el que imaginó a todas las personas viviendo en paz.
Esa dedicación a las causas sociales se basó en su vida marcada por la violencia, la misma que lo vio nacer en Liverpool bajo las bombas alemanas que caían sobre la ciudad el 9 de octubre de 1940. Desde niño se dejó cautivar por la música de los norteamericanos Elvis Presley, Chuch Berry y Fats Domino con el sonido arrollador del rock & roll, un género en el que desahogó sus demonios internos.
A finales de la década del 50, con un poco más de 16 años, conoció a Paul McCartney con quien fundó, junto a Ringo Star y George Harrison, la emblemática banda que revolucionó al mundo y a la música: The Beatles. Como explica el escritor y locutor, Manolo Bellon, a EL NUEVO SIGLO, su música no tenía punto comparación pues “a lo largo de toda su carrera como grupo, fueron artistas comprometidos básicamente con ellos mismos y con todo lo que querían expresar, volviéndose en referentes de toda una generación en los años 60 en ámbitos como la moda, los temas sociales e inclusive en la política.”
Aquella travesía en conjunto culminó 14 años después y Lennon siguió su carrera como solista de la mano de su pareja, la artista japonesa Yoko Ono.
“John Lennon fue sin duda alguna uno de los músicos más importantes del siglo XX, no solamente por lo que hizo con The Beatles y como solista, sino por lo que representó como activista de causas de paz, de justicia social y las otras cosas en las que el anduvo metido en vida. Definitivamente él transformó el mundo a través de su música”, añade Bellon.
Su iniciativa a favor de los derechos humanos se evidenció en varios momentos, uno de ellos cuando se convirtió en personaje clave en contra de la guerra de Vietnam para la que realizó una protesta pacífica junto a Yoko Ono en su luna de miel en 1969. En dos oportunidades, una en Ámsterdam y otra en Montreal, hicieron un Bed-in for peace, el cual consistía en invitar a la prensa, visitantes y amigos a su habitación de hotel mientras ellos vestían pijamas y hablaban de paz. En la segunda ocasión que tuvo lugar en la ciudad canadiense, Lennon interpretó Give Peace a Chance, canción que se convirtió rápidamente en un himno en contra de la lucha que se desarrollaba en territorio vietnamita.
El 15 de noviembre del mismo año, aquellos versos movilizaron a miles de personas hasta la Casa Blanca en una manifestación que coreó la poderosa letra pidiéndole al entonces presidente Richard Nixon el cese de la guerra. Así Lennon se convirtió para el gobierno norteamericano en “una piedra en el zapato”, por lo cual Nixon exigió una investigación en su contra para encontrar un motivo y así deportarlo. El Servicio de inmigración lo halló: un delito menor ocurrido años atrás cuando el artista fue detenido por una pequeña dosis de marihuana, lo cual hacía imposible su permanencia en los Estados Unidos.
Lennon, que vivía en ese tiempo en Nueva York, promulgaba junto a Ono que la mejor manera de “darle una oportunidad a la paz” era votar en contra de Nixon, quien era candidato para la reelección en 1972.
Artistas y escritores de la talla de Bob Dylan se manifestaron en contra de la deportación de Lennon, a quien declaraban ‘bien cultural de los Estado Unidos’. En 1974 Nixon se vio forzado a dimitir por el escándalo de las corrupciones del caso Watergate y posteriormente se descubrió que dicha medida hacia Lennon era una orden dictaminada directamente por el Gobierno y no por el proceso común del Servicio de Inmigración, lo cual sirvió para que finalmente se le otorgara la residencia permanente en julio de 1976.
De esta forma Lennon se convirtió en un símbolo para promulgarse en contra de las injusticias y la guerra, que basó sus ideales en la paz y el amor, soñando siempre con ver ese mundo ideal que inmortalizó en Imagine, el tema que a través de sus 22 estrofas invitó a la gente a tomar conciencia del mundo y sus tragedias, instaurando un mensaje de esperanza que 48 años después de su lanzamiento sigue presente como una plegaria a la que recurrir cada vez que se necesite.
Esa vida que Lennon construyó en torno a la paz, paradójicamente fue terminada por la violencia. Cinco tiros en la espalda fueron suficientes para acabar con el artista a los 40 años de edad a manos de Mark Chapman, un fanático que horas antes le había pedido un autógrafo.
A 39 años de su muerte aún persisten varias teorías con respecto a su asesinato. Además de las declaraciones de Chapman en las que argumenta que lo hizo para “ser alguien” y lo atañó a “voces en su cabeza” que lo motivaron a llevar a cabo el crimen, también se habla de que el homicida actuó bajo órdenes de la CIA.
De lo que se tiene certeza es que la conmoción por su muerte todavía persiste, tal como lo expresa Manolo Bellon “el mundo perdió un estupendo, maravilloso y hermoso ser humano con todas las cosas buenas y los defectos. Nos privaron de la gran persona que fue John Lennon. Por eso se debe rescatar su filosofía y el compromiso de Lennon con causas sociales y con la paz, la justicia, la no discriminación y todas esas cosas sobre las cuales él se expresó con su música.”