“El nene”, “El oportuno”, “El cazador intelectual”, “El enlace”, “La primera”, “El Sabio Catalán”, “El jurado”, “Gabito” son apodos que tal vez nadie conocía hasta que un grupo de intelectuales y artistas se reunieron en un lugar llamado La Cueva, para plasmar sus sentimientos, sueños y deseos más profundos en las paredes.
La Feria Internacional del Libro le rinde un homenaje a ese grupo, que se reunía en la década de los 50’s en el bar La Cueva de Barranquilla, con un pabellón en su honor. Allí los visitantes entran en un lugar artístico, glorioso e histórico, que trata de asimilar con fotografías, vídeos e ilustraciones, la importancia de esta esquina de La Arenosa.
Los dueños de esos apodos son Alejandro Obregón, Ramón Vinyes, German Vargas Castillo, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Orlando Rivera, entre otros, quienes conformaron el grupo Barranquilla. La cueva se fundó en 1954 y funcionó hasta 1970; al principio era un bar de cazadores que con el pasar del tiempo se convirtió en el punto de encuentro de artistas e intelectuales de alto nivel.
En La cueva se crearon historias únicas, anécdotas que se convertirán en leyendas y narraciones que siguen rodeando a este lugar de magia y color colombiano. Del bar solo queda la estructura, que fue restaurada y entregada a principios del 2000, ahora hace parte de la fundación La Cueva, que se encarga de mantener vivo el legado de los artistas que pasaron por allí y de resaltar los valores culturales del Caribe y Colombia.
La cueva exhibe en su museo obras del grupo de Barranquilla. Así mismo desarrolla proyectos en pro de la infancia y juventud, y se encarga del Carnaval de las letras, que se realiza anualmente, con el que se le rinde un homenaje a las letras, la vida y la obra de los artistas más importantes del momento.
Con este pabellón, la FILBo quiere acercar al público capitalino a la mente e ideas que tuvo este grupo y al lugar que figuró con sus integrantes, en Cien Años de Soledad. Tal vez el grupo de Barranquilla al principio fueron vistos como los rebeldes, pero de allí salió un nobel, uno de los mejores fotógrafos del mundo y pintores que retrataron el mundo en una “versión” honesta. El pabellón se convierte en un lugar de aprendizaje, pues el que no conoce el grupo puede caminar lentamente por todo el pabellón para leer acerca de la creación y lo importantes que fueron sus aportes.