El museo del vidrio de Bogotá, ubicado en la localidad de San Cristóbal, guarda una gran cantidad de objetos de este este material que cuentan la tradición de un oficio milenario
UNA CASA inmensa, pintada de blanco y decorada con dos árboles que despuntan como guardianes y que son protegidos por una reja color verde, custodian los secretos del museo de vidrio de Bogotá, Mevibo, ubicado en el barrio la María, de la localidad de San Cristóbal.
“El vidrio llegó al país por naufragio, contrabando y piratería en la época de la colonia. Para llegar a Bogotá era transportado por el río Magdalena y tomaba el camino real a lomo de indio o lomo de mula” aseguró a EL NUEVO SIGLO, Fernando Pérez, fundador del museo, quien además contó que, “la producción vidriera inició en Colombia en 1834 con La Fábrica de Vidrios y Cristales, y se fundó en lo que es hoy la localidad de San Cristóbal. Para aquellos tiempos el vidrio tenía 2.200 años de antigüedad gracias al perfeccionamiento logrado por los egipcios y el desarrollo de las técnicas vidrieras romanas”.
Arte en Fuego
Después de cruzar un camino de baldosa rojiza, los visitantes entran a la galería: “La Sala Fuego’. Allí se ven los procesos químicos e industriales para crear el vidrio a partir de varios elementos básicos: arena, potasa y cal. Los maestros artesanos soplan el vidrio con una caña para darle forma y luego llevarlo a un horno donde es recocido, esta técnica se denomina vidrio soldado a la caña, pero también otra como la del vidrio al soplete. En esa zona también esta exhibido un molde de madera que se utilizó para soplar jarrones en la localidad y hay varios contenidos multimedia que muestran diversas técnicas y formas para trabajar el material que solo puede ser producido a una temperatura de 1.500 °C.
“Este proceso permite soplar a través de una caña y someter el vidrio a la presión de una prensa o un molde para hacer vidrios moldeados o prensados. Es un asunto sencillo en apariencia pero que tiene connotaciones místicas, las personas que observan cómo se realiza vidrio casi que desvelan el secreto de los alquimistas, que era convertir un material opaco, inerte, carente de vida, en algo útil, traslúcido y estético, como sucedió con el vidrio. En la isla de Murano, en Italia, se decapitaba a los vidrieros que pretendían difundir el secreto para que no develaran la fórmula del elemento”, afirmó Pérez a este Diario.
Una aventura quijotesca
El museo surge originalmente en 2011 como un museo virtual en donde los internautas podían ver una arquitectura imaginada a través de un recorrido digital donde se veían las muestras de vidrio más importantes de algunos museos de Bogotá; como El Museo Nacional, El Museo Colonial, el museo Art Deco y El Museo de las Gemas. En 2014, el museo consiguió inaugurar sus salas en la planta física de Eneida y mediante el trabajo con entidades museales, comunidades indígenas y maestros artesanos fue integrando a la comunidad en torno al vidrio.
“Actualmente hemos ganado varias convocatorias de Apoyos Concertados que realiza el Distrito y el Ministerio de Cultura para sustentarnos como museo. El apoyo a este tipo de espacios es grande en Colombia, Sin embargo, los artistas son difícilmente visibilizados y estos son los únicos sitios donde pueden exhibir su obra”, afirmó la española Sonia Olmos, educadora social y directora del Mevibo para este Diario.
Los principales representantes de este arte a nivel internacional son Pilar Aldana, que realiza arte abstracto con vidrio y reside en España; Pablo Posada Pernikoff, que graba en ácido y talla el vidrio artísticamente y reside en Japón; y William Velázquez, que hace casting y reside en Francia. A nivel nacional hay representantes de alto peso como Jainer León, Fernando Millar, Marta Isabel Ramirez y Carlos Conde, entre otros.
El Mevibo está dividido en varias salas y tiene una tienda en la que se venden piezas de artesanos nacionales.
La Sala Vidrio
Un imponente caballo unido por minúsculos filamentos de cristal, envuelto en una poderosa crin y abundante cola, se levanta sobre sus dos patas traseras y eleva las delanteras mostrando su protagonismo en la galería. Esta pieza está acompañada por la figura de un dragón rojo que transmite un concepto de subjetividad, el cual trasforma la realidad en arte.
Este salón recopila la historia del vidrio en la localidad de San Cristóbal donde hay exhibidas una copa y una botella antigua con la que se comercializó la cerveza Dorada en la mitad del siglo pasado. También hay elementos de uso químico que elaboraron los primeros maestros y piezas comunitarias del grupo Asoviartec, que fue una importante asociación de artesanos que generaron distintivos para conmemorar su alianza.
La Sala Eneida
Este cuarto es un homenaje a la casa quinta La Eneida, que es donde se cuenta la historia de la casa. Allí hay tres medallones de pintura mural que en 2018 cumplieron 10 años de antigüedad, representando varios objetos artesanales que recuerdan la conexión del vidrio y la aristocracia de la época, se observan: espejos, frascos de menta, vasos, lámparas y copas de vidrio de alta calidad.
La Tienda El Espejo
Varias botellas de vidrio derretidas, como si vivieran en una dimensión del cansancio y la presión lenta, son la obra central de este espacio. Hacen recordar la famosa pintura de Salvador Dalí, La Persistencia de la Memoria, donde el mundo parece deshacerse entre relojes abstractos. Igualmente, se puede observar una gran colección de joyería en vidrio, que se realiza mediante una técnica llamada ‘Vitrofusión’. La mayoría de estas obras fueron hechas con vidrio reciclado, y existen además piezas talladas y con tejido en mostacilla que logra darles elegantes relieves y decorados a las piezas.