El director de cine mexicano Alfonso Cuarón ha llevado su influencia al terreno político colocándose al frente de los escépticos de la controvertida reforma energética de Enrique Peña Nieto y logrando que el propio presidente atendiera sus dudas.
Con el Óscar a Mejor Director por "Gravedad" en el bolsillo, Cuarón -quien reside desde hace años fuera de México- ha irrumpido con fuerza en la actualidad política cuestionando a Peña Nieto sobre los beneficios que traerá al país la hasta ahora ley estrella de su mandato (2012-2018).
En una de las dos cartas que publicó en importantes diarios mexicanos, Cuarón expresó la semana pasada al presidente sus 10 preguntas sobre la reforma, que abrió el nacionalizado sector petrolero mexicano a la participación de empresas privadas nacionales y extranjeras para reimpulsar la producción.
A petición de Peña Nieto, las dudas fueron respondidas rápidamente por el gobierno pero el lunes Cuarón lanzó una nueva carta en la que pide e invita a participar al mandatario en debates televisados en horario estelar que expongan la pluralidad de posiciones ante la reforma, para que así los mexicanos estén más informados sobre la transformación de este sector vital para la financiación de su sector público.
La iniciativa de Cuarón, que acababa de ser nombrado entre las 100 personalidades mundiales más influyentes por la revista estadounidense Time, alborotó las redes sociales y fue apoyada por la oposición y artistas como los actores Gael García Bernal y Diego Luna, a quienes dirigió y lanzó al estrellato en la película "Y tu mamá también" (2001).
Con Cuarón "encontramos a alguien que le dio una expresión estructurada a nuestras dudas, alguien que tiene una reputación, que va a ser escuchado adentro y afuera de México. Son preguntas que muchos mexicanos nos hacemos también", explica a la AFP Edna Jaime, directora de México Evalúa, un centro de análisis de políticas públicas y fomento de la transparencia.
Para Jaime, los cuestionamientos del cineasta exponen la "incredulidad extendida entre los mexicanos" hacia los beneficios que les auguran sus políticos, incluido el propio presidente y el paquete de reformas estructurales que impulsó en su primer año de mandato.
- ¿Película o realidad? -
Crítico con el proceso de aprobación de la reforma en diciembre, Cuarón demanda ahora la celebración de los debates televisados para transparentar la discusión de las leyes secundarias de la reforma, que podrían debatirse en el Congreso en un periodo extraordinario en junio.
"Este tema donde se tiene que debatir y dirimir es en el Congreso, corresponde a los legisladores. Todas las discusiones son públicas, son abiertas", respondió este martes la viceministra de Energía, Lourdes Melgar, en una reunión con corresponsales extranjeros.
"Bienvenido al debate pero la discusión está en la cancha del Poder Legislativo (...) Esta no es una película, es la vida real", dijo el lunes David Penchyna, senador del oficialista PRI (Partido Revolucionario Institucional).
En cambio, la petición del cineasta fue apoyada por senadores del conservador PAN (Partido Acción Nacional) -que votó a favor de la reforma- y del izquierdista PRD (Partido de la Revolución Democrática), que se opuso y que ahora impulsa una consulta popular para revocarla.
"Si tuviéramos un sistema político que realmente representara los intereses de los ciudadanos, el Congreso sería la instancia correcta. El problema es que hay un divorcio importante entre el legislador y el ciudadano", considera Jaime.
La izquierda mexicana y grupos de intelectuales como los escritores Fernando del Paso y José Emilio Pacheco -ya fallecido- ya habían cuestionado anteriormente la premura del proceso de la reforma, que fue aprobada por las dos cámaras del Congreso y promulgada por Peña Nieto en menos de 10 días.
Los opositores a la reforma temen que la competencia que introduce en el sector derive en una privatización de buena parte de la estratégica renta petrolera, que también se considera un símbolo de la soberanía del país desde la nacionalización de esta industria en 1938.
La petrolera estatal Pemex, que hasta ahora monopolizaba el sector, aporta más de un tercio del presupuesto público de México y la reforma contempla rebajarle la carga fiscal, con lo que aportaría menos recursos a las arcas del Estado.
En cambio, Peña Nieto ha defendido la legislación como una herramienta esencial para la modernización de Pemex y el reimpulso a la producción de crudo, que cayó drásticamente en la última década.
En sus respuestas a Cuarón, el gobierno citó que entre los beneficios estarán una reducción de las tarifas de gas y electricidad en un plazo de dos años, la generación de unos 500.000 empleos y el aumento de la producción petrolera de los actuales 2,5 millones de barriles diarios a tres millones en 2018.