El premio Templeton, que recompensa cada año a una personalidad que explora "la dimensión espiritual de la vida", fue otorgado el martes al físico teórico brasileño Marcelo Gleiser, quien se esfuerza por demostrar que la ciencia y la religión no son enemigas.
Este profesor de física y astronomía, especializado en cosmología, nacido en Río de Janeiro hace 60 años e instalado desde 1986 en Estados Unidos, no cree en Dios. Él es agnóstico.
"El ateísmo no es compatible con el método científico", dice Gleiser desde el Dartmouth College de la Universidad de New Hampshire, donde ha estado enseñando desde 1991. "Es una creencia dentro de una no creencia. Niegas categóricamente algo contra lo que no tienes ninguna prueba".
"Mantengo la mente abierta porque entiendo que el conocimiento humano es limitado", sostiene el científico.
El premio Templeton es financiado por la fundación del fallecido John Templeton, un estadounidense presbiteriano que hizo fortuna en Wall Street. Dotado con 1,1 millones de libras esterlinas (casi 1,5 millones de dólares, un 50% más que el Nobel), lo han recibido desde 1973 Desmond Tutu, el Dalai Lama, filósofos, otros astrofísicos y Alexander Soljenitsyne, entre otros.
A través de cinco obras en inglés y cientos de artículos de blog y prensa en Estados Unidos y Brasil, Gleiser ha explicado cómo la ciencia y la religión están dirigidas a responder preguntas muy similares sobre el origen del Universo y de la vida.
"Lo primero que ves cuando abres la Biblia es una historia de la creación", dice. Judíos, cristianos, musulmanes: cualquiera que sea la religión, "todos quieren saber cómo se originó el mundo".
Esta curiosidad fundamental, científica o religiosa, conduce sin duda a respuestas diferentes. El método científico está hecho de hipótesis refutables, no así las religiones.
Pero "la ciencia puede proporcionar respuestas solo hasta cierto punto". ¿Qué son el tiempo, la materia, la energía? Las respuestas científicas son válidas únicamente en un marco teórico.
"Este es un problema conocido en filosofía, el de la primera causa: estamos atrapados allí", dice Gleiser, padre de cinco hijos. "Debemos tener la humildad para aceptar que estamos rodeados de misterio".
Gleiser es un gran popularizador. Ha escrito sobre cambio climático, Einstein, los huracanes, los agujeros negros, la conciencia... Su credo es rastrear los vínculos entre la ciencia y las humanidades, incluida la filosofía.
¿Qué piensa de los que creen que la Tierra fue creada en siete días?
"Ellos ven a la ciencia como un enemigo porque tienen una visión obsoleta en la que los científicos tratan de matar a Dios" al intentar resolver el misterio de los orígenes, sostiene, antes de repetir que "la ciencia no mata a Dios".
Pero lamenta que los "nuevos ateos" hayan hecho que se ampliara la brecha con la religión, especialmente al científico británico Richard Dawkins (que quería que se arrestara al papa Benedicto XVI por la pedofilia en la Iglesia) o al fallecido periodista Christopher Hitchens, quien criticaba a la Madre Teresa (la primera en recibir el premio Templeton).
Para Gleiser, que creció en la comunidad judía de Rio de Janeiro, la religión no es solo la creencia en Dios, sino que da un sentido de pertenencia e identidad. "Al menos la mitad del mundo es así".
"Es extremadamente arrogante ver a los científicos salir de su torre de marfil para hacer afirmaciones que no toman en cuenta la importancia social de los sistemas de creencias", concluye.
Y agrega: "Cuando científicos famosos dicen que la cosmología ha explicado todo acerca de los orígenes del universo y que ya no necesitamos a Dios, es cualquier cosa. No hemos explicado nada en absoluto".