Campesino "privatiza" sector de Muralla China | El Nuevo Siglo
Lunes, 29 de Julio de 2013

En el extremo de la Gran Muralla China más alejado de la costa, Yang Yongfu cojea a lo largo del tramo que arduamente restauró con sus propias manos y convirtió en un sitio turístico "privatizado", a riesgo de chocar con las autoridades.

Este campesino gastó cinco millones de yuanes (USD 800.000) y dedicó años de trabajo agotador para recuperar varios cientos de metros del simbólico monumento ubicado en el noroeste de China.

"Al principio la gente no entendía por qué me lancé este proyecto. Me decían que estaba loco", contó Yang, de 52 años.

La Gran Muralla no es una única estructura intacta - tampoco es visible desde el espacio como se dijo alguna vez - pero se extiende por miles de kilómetros, desde Shanhaiguan, en la costa este del país, hasta Jiayuguan, en las arenas azotadas por el viento en el borde del desierto de Gobi.

En algunos lugares la construcción está tan destruida que las estimaciones de su longitud total varían entre 9.000 y 21.000 kilómetros, dependiendo de si incluyen o no los sectores que faltan.

La construcción del emblemático muro se inició en el siglo III antes de Cristo, pero aún se estaba construyendo durante la Dinastía Ming (1368-1644), entre ellas la sección que Yang restauró.

Esas partes estaban casi en ruinas cuando, en 2000, este campesino comenzó a reparar la edificación, siguiendo las técnicas tradicionales de mampostería. Pero ahora, 790 metros de pared ocre corren, a partir de una pequeña fortaleza desde una llanura pedregosa, serpenteando hacia arriba sobre una ladera desnuda entre medio de varias torres de vigilancia.

Construida con ladrillos, la pared tiene alrededor de 4,5 metros de altura y está coronada con almenas.

"La gente pensaba que la renovación de la muralla era tarea del gobierno", dijo Yang. "Me sorprendió el éxito que tuve. Pero esto también podría considerarse un acto de patriotismo".

Yang estableció una zona de ingreso para los turistas, con un sitio para aparcar y un estanque de peces, y su esposa Tao Huiping cobra los 25 yuanes (USD 4) de admisión en una mesa al aire libre.

"Hoy vinieron unas 30 personas", aseguró la mujer mostrando orgullosa los talones de los boletos y alabando el trabajo "fenomenal" de su marido. "La gente lo llama Emperador Yang", dijo riendo.

Todo comenzó en 1999, contó Yang, cuando las autoridades locales pidieron a los residentes renovar la Muralla, y los funcionarios le dieron autorización para hacerlo. Consiguió el dinero de ahorros y préstamos de familiares.

"No me arrepiento de nada"

En las últimas décadas, la Gran Muralla sufrió los estragos de los campesinos, que roban sus piedras para edificaciones, y de las constructoras, que la atraviesan con carreteras y vías de ferrocarril.

Algunos de los daños más graves se produjeron durante los disturbios de la Revolución Cultural (1966-76). Pero con el crecimiento económico de China el gobierno puede darse el lujo de asumir la carga de la restauración.

El Partido Comunista, por otra parte, usa el nacionalismo para reforzar su reivindicación de un derecho a gobernar, y en los últimos años, las autoridades se han vuelto más firmes en su papel de custodios de los símbolos de China, desde los monumentos históricos hasta los pandas gigantes.

Una ley de 2006 dio al gobierno el derecho exclusivo de gestionar reliquias nacionales, lo cual vuelve ilegal el proyecto de Yang.

Su negocio sigue funcionando, pero ya se ha reunido con las autoridades locales para negociar la transferencia de los derechos del muro, aunque no han podido llegar a un acuerdo.

"No he recibido ningún tipo de apoyo por parte del gobierno y me acusa de construir una pared falsa. Eso es lo que me hace enojar", dijo Yang.

En una de las secciones más populares de la Gran Muralla, en Badaling, al norte de Pekín, se puede ver a decenas de miles de turistas chinos durante los días festivos.

Pero incluso con 20.000 visitantes al año, el sitio de Yang dista mucho de ser un negocio viable: al otro lado del valle, un lugar oficial catalogado como Patrimonio de la Humanidad ofrece visitar 7,5 kilómetros de la Gran Muralla.

Yang admite que aún debe un millón de yuanes. "He llorado de desesperación", dijo, pero "no me arrepiento de nada".

El director de patrimonio cultural de Jiayuguan, Ye Yong, explicó que la obra de Yang fue aprobada en un contexto particular. "Fue en un momento único en el que el gobierno no tenía suficiente dinero para renovar o proteger su patrimonio", dijo.

"Pero en el futuro, con las nuevas leyes y reglamentos sobre la protección de reliquias culturales, las personas ya no podrán hacer renovaciones por sí mismas".

A pesar de ello, Yang todavía podría obtener una ganancia de su inversión si el gobierno decide "renacionalizar" su sitio, incluyéndolo en un proyecto oficial de conservación, señaló Ye.

"Vamos a considerar comprarlo", dijo.

AFP.