En la 'Biblioteca Humana', la gente puede pedir 'prestada' a una persona para que le cuente la historia de su vida y sus diferentes experiencias, en un proyecto destinado a fomentar la comprensión y ayudar a la gente a desafiar sus prejuicios.
El público puede escuchar cómo es ser refugiado, musulmán o discapacitado auditivo gracias a esta iniciativa danesa que nació hace 21 años y que se extendió por todo el mundo.
Iben, de 46 años, con problemas de salud mental, que prefiere no revelar su apellido, es uno de los ocho 'libros' que los curiosos pueden pedir 'prestado' un domingo de otoño en Copenhague, en Dinamarca.
Durante 30 minutos, la gente puede preguntarle lo que quiera, ya sea individualmente o en un pequeño grupo.
“La Biblioteca Humana es un espacio seguro donde podemos explorar la diversidad. Aprender sobre las formas en que somos diferentes los unos de los otros, y relacionarnos con personas que normalmente nunca conoceríamos y desafiar así nuestros prejuicios inconscientes”, explica Ronni Abergel, una de las fundadoras del proyecto.
Creó la biblioteca viviente en el año 2000, durante el festival de música de Roskilde. Luego formó una organización sin ánimo de lucro y desde entonces el concepto ha llegado a más de 70 países de todo el mundo.
“Una lectura es realmente una conversación”, explica Abergel. “Voy a dedicar unos minutos a explicar mi tema, mis antecedentes, y a asegurarme de que puedan preguntarme cualquier cosa sobre el hecho de ser seropositivo o discapacitado, o transgénero, o refugiado o judío o musulmán, o lo que sea”.
Páginas blancas
En la mayoría de los casos, las conversaciones fluyen con soltura y facilidad y suelen celebrarse en un entorno tranquilo como una biblioteca municipal, una sala de reuniones o, como hoy, en el jardín de las instalaciones de la Biblioteca Humana.
“A veces la gente pregunta mucho y la conversación fluye. Pero a veces necesito contarles un poco más, hacer preguntas a mis lectores para que reflexionen o hagan nuevas preguntas”, subraya Anders Fransen, de 36 años, un 'libro' ciego y con discapacidad auditiva.
Se anima a la gente a “hacer preguntas realmente difíciles”, explica, subrayando que nada está fuera de los límites, por muy delicado que sea el tema.
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En ocasiones se negó a responder a las preguntas. “He dicho que esa página aún no estaba escrita. Entonces se limitaron a sonreír”, recuerda.
Pero nunca tuvo una mala experiencia en los cuatro años que lleva participando. “Todas mis lecturas son diferentes”, y han evolucionado con los años, comenta. “Es un regalo ser un libro, puedes autorreflexionar”.
En un mundo cada vez más polarizado, Abergel quiere que su iniciativa ayude a la gente a ser “menos aprensiva, más abierta, más comprensiva y a aceptar su derecho a ser diferente”.
Pero, insiste, la organización no trata de promover la diversidad o combatir los prejuicios. “Manejamos un espacio de aprendizaje neutral donde hay una oportunidad para que te involucres, aprendas sobre ti mismo y otros grupos”, dice. “Lo que aprendes y lo que haces con tu aprendizaje está enteramente en tus manos”, resume.
Una versión colombiana
A Colombia este concepto llegó alrededor de hace seis años, una iniciativa creada en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas propuesta por uno de los Promotores de Lectura Regionales para integrar a la comunidad de los municipios visitados mediante una actividad que involucrara la lectura y la recuperación de memoria local.
“Quería conservar el espíritu que caracteriza las Bibliotecas Humanas, que es la confluencia de múltiples historias, miradas y formas de vida como una manera de generar espacios de diálogo y entendimiento. Llevé la propuesta a los bibliotecarios de algunos municipios de Cundinamarca para que los habitantes pudieran relatar fragmentos de su historia personal a manera de capítulos de un libro”, manifestó Omar Andrés Niño Méndez, promotor de lectura de la Biblioteca Nacional de Colombia.
Esta iniciativa se ha expandido por su incentivo al diálogo, el intercambio de experiencias y la recuperación de la memoria local. Un método para el cual solo se necesitan personas dispuestas a contar sus historias, así como otras que quieran escucharlas. Así mismo, se requiere una formación para aprender a estructurar de manera efectiva las historias y que el público pueda entenderlas y recibir su mensaje.
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La propuesta se implementó en las bibliotecas públicas de ocho municipios: Silvania Guataquí, Santandercito, Cachipay, Fusagasugá, Cáqueza, Fosca y Puerto Bogotá. El proyecto involucró a los bibliotecarios, lectores voluntarios, grupos de amigos de las bibliotecas y por supuesto, a quienes accedieron a participar como libros humanos. Se realizaron talleres de lectoescritura, lectura de varios textos como El olvido que seremos, poesías, crónicas y documentales relacionados con el proyecto, como Humans.
Para la presentación se adecuaron espacios dentro y fuera de las bibliotecas y cada libro humano tuvo un stand donde presentó su historia. Los resultados han sido muy significativos.
Este concepto desde su llegada al país ha sido usado especialmente en varias dinámicas escolares, o eventos alrededor de la industria de los libros en colegios, universidades y bibliotecas públicas.