Una visita de la Defensoría del Pueblo a La Guajira permitió verificar las difíciles condiciones de los habitantes en las rancherías. En Uribia hay unos 17.000 niños desnutridos; en Manuare, 18.000 y en Riohacha, al menos 2.000.
En el marco de la crisis de agua que afronta el país, y particularmente la Costa Caribe, una comisión de la Defensoría del Pueblo visitó varias comunidades indígenas de la media y alta Guajira, en donde la situación es especialmente difícil porque los recursos hídricos se están acabando ante el intenso verano.
De hecho, hay sectores en los que la supervivencia de la comunidad está en manos de los niños, como sucede en el rancherío Jellusira del corregimiento de Musichi, en jurisdicción de Manaure, donde los pequeños wayúu deben conseguirle agua a su familia.
Generalmente salen a las 6 de la mañana o al mediodía con un burro y dos pimpinas vacías. Se demoran hasta dos horas en llegar al rancherío más cercano, para pedirle a la autoridad tradicional que les regale agua. Si este tiene que solventar las necesidades de su comunidad y sus animales, se las niega; pero si las circunstancias son favorables, lo hace, y el niño o niña que parte más temprano retoma el camino de regreso para volver a tiempo y que sus padres puedan preparar el almuerzo o la comida, según la hora.
Este rancherío es uno de los más afectados a pesar de estar a unos 40 minutos en carro de la cabecera municipal de Manaure. Lo habitan 40 niños y 35 adultos que viven en tres casas de bahareque en medio de un desierto cuyas condiciones son cada vez más penosas. Si no es por esas pimpinas de agua, no tendrían cómo sobrevivir.