Sindicatos opositores de Argentina convocaron este jueves a una huelga general para el próximo 28 de agosto con el objetivo de exigir el cese de despidos y del deterioro de los salarios frente a una inflación que no cesa y una economía al borde de la recesión.
La poderosa Confederación General del Trabajo (CGT), opositora al gobierno de Cristina Kirchner, y la Celeste y Blanca, de menor representación, lanzaron la convocatoria que incluye un plan de lucha con una nueva huelga en septiembre, esta vez por 48 horas, si sus reclamos son ignorados.
"La gente está cansada, agobiada, con bronca (enojo)", dijo el titular de la CGT, Hugo Moyano, un ex aliado de Kirchner devenido en acérrimo opositor, quien acusó a los funcionarios de ser indiferentes frente los aumentos en los precios de los productos de la canasta básica.
La inflación acumula 16,7% en lo que va del año y cerró 2013 en 11%, según cifras oficiales, aunque consultoras privadas la situaron en torno de 28%.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, relativizó este jueves la convocatoria y acusó a los dirigentes sindicales que impulsan la huelga de ser "buitres de adentro" al hacer alusión a la batalla legal que Argentina mantiene con fondos especulativos (a los que llama buitres) por la deuda en default.
"Cuando Argentina está en una lucha muy clara para garantizar el pleno ejercicio de su soberanía, muchos dirigentes sindicales actúan en definitiva en consonancia con los fondos buitres", dijo Capitanich en rueda de prensa.
La huelga, impulsada por dos de las cinco centrales de trabajadores, será sin movilización y los sindicatos prometen paralizar todo el sistema de servicios de transporte.
Estos mismos sindicatos convocaron con gran éxito el pasado 10 de abril una huelga general que paralizó el país bajo los mismos reclamos y que fue la primera gran demostración de fuerza sindical contra el gobierno centroizquierdista de la presidenta Kirchner.
La economía sufrió un golpe brutal en enero cuando el gobierno indujo una devaluación del peso de 18% y profundizó una caída en la actividad económica que afectó sectores claves para el sostenimiento del empleo.
La industria acumula once meses consecutivos de baja con duras caídas en la fabricación de automotores y en la construcción, sectores donde hubo suspensiones y despidos con cierre de algunas empresas.
La tensión social se acrecentó en las últimas semanas con huelgas de bancos privados y estatales, aduanas, transporte y maestros, entre muchos otros.
El malestar llegó este jueves a las narices del propio ministro de Economía, Axel Kiciloff, frente a cuyo despacho protestaron los trabajadores de su ministerio, afiliados al poderoso sindicato de trabajadores del Estado (ATE), para exigir la recuperación salarial.