Convención republicana: entre vacíos y fracturas | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Domingo, 24 de Julio de 2016
Giovanni Reyes

Con la contundencia que traen los hechos, la convención republicana en la cual se nominó oficialmente a Donald Trump como candidato presidencial, permite visualizar el carácter esencial de estas elecciones en Estados Unidos, en tres sentidos complementarios: (i) la carencia de planteamientos de fondo; (ii) el predominio de las bravatas y de los gritos; y (iii) los asuntos de forma, de “marketing político”.

La sociedad estadounidense en general, está enfundada en una actitud colectiva de “cheerleader”, es la sensación y el gusto colectivo por mantenerse siempre en celebración, al mejor estilo de las porristas en el deporte. A eso se une el sentido nacional de muchas personas sobre la predestinación del país, de la superioridad congénita con base en la cual se tienden a auto-colocarse sectores de esta sociedad frente al mundo: “nunca nos han derrotado en ninguna de los dos guerras mundiales”, ante los ataques a dos torres en el fatídico septiembre de 2001, “hemos pateado dos países”.

En especial, estas actitudes son propias de lo que se da en llamar la “América profunda”, la “Deep America”, a donde en general pertenecen los estados del centro, tales como Montana, Colorado, Wyoming, Nebraska, Kansas, Misuri, Kentucky, Alabama, las Dakotas.  La gente trabaja duro de 9 a 5 p.m. y luego a disfrutar, a consumir, y a no preocuparse de otras cosas.  Expresiones como “no es necesario conocer las noticias para vivir” pueden llegar a ser comunes, como evidencia del desenfado con el que se toma la realidad circundante, más allá de los límites de los condados. 

Son pueblos pequeños, que diluyen sus incapacidades y alcances, en su estrecha mentalidad, en comodidades inmediatas, en endeudarse de por vida, mostrando ante los vecinos el “progreso económico” que se ha logrado.  Desde luego que esto ayuda a la economía.  No sólo en el ámbito de la producción, sino ante todo en el consumo.  Se estima que esta última variable es responsable de un 66 por ciento del crecimiento del producto interno bruto del país.

Este primer aspecto fundamenta la superficialidad de la carrera presidencial, más parecido a un auténtico concurso de popularidad que a la oportunidad que se tiene de establecer un gran debate nacional, en el cual se aborden los problemas de fondo de la nación.  Entre estos últimos: (i) su pérdida de posicionamiento estratégico en el mundo -China es desde el martes 7 de octubre de 2014, la economía más grande del planeta-; (ii) el abultado déficit fiscal -cercano al 76 por ciento del total de producción del país-; y (iii) la monumental deuda externa –en 2015 habría rebasado el límite de 104 por ciento del producto interno bruto del país- (véase www.datosmacro.com).

Entre todo esto, los insultos están siempre frescos.  En especial contra los latinos.  Véase esto: la convención republicana abrió el lunes 18 de julio con más de una hora de testimonios sobre la sangre de inocentes que ha sido derramada por “inmigrantes ilegales”.  Se recalcó que los inmigrantes latinos son violadores, narcotraficantes que matan a ciudadanos estadounidenses.

El segundo aspecto, en cuanto al predominio de estridencias, no es de extrañar, es el estilo pura sangre de Trump, y que parece caracterizar a sus seguidores. Su prepotencia al parecer, sólo es rebasada por su carencia de argumentos, de datos y de criterios serios para exponer ideas. Apela, no al sentido pensante de los auditorios, sino a lo emotivo: “hacer a América grande otra vez”.  Slogans que dicen todo y nada.  Ambigüedades por todas partes.  Y todos los sabemos, la ambigüedad es un buen medio de cultivo para la sobrevivencia de los mediocres.

En tercer lugar, el “marketing político”.  Por ejemplo, en una encuesta al pie de la convención, más de la mitad de quienes respondían, republicanos participantes en ese evento, destacaban la forma, el estilo, el vestuario de la esposa de Trump, la ex-modelo eslovena nacionalizada en Estados Unidos.  Las mismas personas que respondían, reconocían que no recordaban demasiado el contenido del discurso.

A eso debe sumarse que los jefes del partido impidieron que los mismos republicanos que se oponen a Trump pudiesen manifestar sus puntos de vista. En un arranque poco democrático, se dictaminó que fuese por aclamación y no por votos, la proclamación de Trump como candidato de los archi-conservadores, como representante de la corriente neo-populista de derecha. 

En todo caso, el partido no sale unificado de la convención. Existen evidentes fracturas. La noche del miércoles 20 de julio, abuchearon durante su discurso, a Ted Cruz uno de los más fuertes contendientes de Trump durante la larga lucha de las primarias.

Y para quienes todavía tienen dudas de lo “irregular” de la campaña política actual a la Casa Blanca, el detalle que faltaba y que emergió potente en las redes sociales, tan sólo 30 minutos después de que la esposa del magnate terminara su discurso: Melania Trump plagió ideas centrales del discurso que pronunció Michelle Obama en noviembre de 2008.  En esa ocasión la actual Primera Dama, llevaba a cabo su participación en la convención demócrata de la cual surgió como candidato el actual presidente estadounidense.

Uno de los grandes riesgos de estos planteamientos, a lo Donald Trump, es que termine convirtiéndose en algo así como el Carmelo Vargas, el candidato y presidente de la película mexicana de Luis Estrada: “La Dictadura Perfecta” (lanzada el 16 de octubre de 2014). Los vacíos y las incoherencias no son sólo del sur, en esta ocasión pertenecen a una potencia del norte. 

En este último punto, no es de considerar efectos que se tenga en los seguidores del “showman” de realities en la televisión.  Ellos no sabrán quien es Carmelo Vargas, ni les interesa.

Excepto para quienes buscan lograr ventaja a toda costa, y sus seguidores -más rebosantes de intransigencia, odios añejos e ignorancia- es evidente de nuevo, que Trump más que un fraude, es un riesgo para la seguridad mundial, como lo manifestó la revista The Economist desde Londres.  Ahora se hace presente la mentira, el delito, el acto deliberado del plagio del discurso por parte de la ex-modelo Melania.

Como lo puntualiza Pablo Pardo, Trump se ha clavado en el alma, y ha clavado en el corazón de su campaña, una “lanza de dos párrafos que han sido plagiados de la esposa de su enemigo: Barack Obama”.

(*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.