Conservadores enfrentan su realpolitik | El Nuevo Siglo
Lunes, 29 de Julio de 2013

¿qué está pasando al interior del Partido Conservador frente al arranque de la campaña presidencial?

Esa es la pregunta que trasnocha a más de uno frente a versiones contradictorias que surgieron la semana pasada alrededor de si se mantenía o no la búsqueda de un aspirante propio a la Casa de Nariño o, por el contrario, las toldas azules se van de frente con la causa reeleccionista del presidente Juan Manuel Santos, a cuyo gobierno han venido respaldando y de cuya coalición, la Unidad Nacional, son pieza fundamental.

Hasta el momento son tres los inscritos para las precandidaturas: la exministra Martha Lucía Ramírez, el dirigente gremial José Félix Lafaurie y el coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez. Los dos primeros vienen sonando desde el mismo momento en que el anterior presidente del Directorio Nacional Conservador (DNC), senador Efraín Cepeda, invitó a quienes quisieran postularse para la contienda presidencial.  A hoy esa posibilidad de inscribirse sigue abierta, a tal punto que Velásquez se lanzó al agua hace apenas dos semanas.

No es nuevo que hay un sector conservador que insiste en que debe lanzarse un candidato presidencial propio y que por esa vía se reafirma la vocación de poder de la colectividad. Se aduce, por ejemplo, que en 2010 hubo consulta interna entre los precandidatos Andrés Felipe Arias y Noemí Sanín, competencia que ganó esta última, lo que le permitió ir a la primera vuelta presidencial. Sólo después de esa cita en las urnas, que ganaron Santos y Antanas Mockus, el conservatismo hizo una alianza con La U y respaldó en la segunda vuelta al hoy Jefe de Estado.

En la otra línea están los sectores que consideran que el conservatismo debería acompañar la causa reeleccionista, no sólo por coherencia política y programática con un gobierno que han respaldado durante tres años, sino porque hay asuntos de primer orden, como el proceso de paz, que requieren continuidad en el mando de la Casa de Nariño.

También se sabe que mientras el expresidente Pastrana y el hoy presidente del DNC, Omar Yepes, son más partidarios de tener candidato propio en 2014, una gran parte de la bancada parlamentaria considera, no sólo que debe acompañarse la reelección, sino que la prioridad debe ser en estos momentos la campaña para el Congreso.

¿Por qué esto último? Sencillo, el uribismo, que irá a las urnas bajo las banderas del Centro Democrático, está apostando a quitarle base dirigencial y electoral al conservatismo en las regiones, lo cual es un riesgo muy alto que no se puede desconocer ni minimizar.

Hoy el Partido tiene 22 escaños en Senado y 36 en la Cámara, y el objetivo en marzo próximo es, como mínimo, conservar esa representación. Cualquier retroceso sería muy perjudicial, más aún cuando desde el uribismo se afirma abiertamente que calculan arrebatarle tanto a La U como a los conservadores no menos de 20 escaños en Senado y más de 40 en Cámara.

E incluso hay analistas que no dudan en señalar que hay una tercera tendencia al interior del conservatismo. “En política las macartizaciones por lo general conducen a la miopía en el análisis… Ni los partidarios del candidato propio son enemigos de Santos o le están haciendo el juego al uribismo para dividir el partido, como tampoco los que se inclinan por apoyar la reelección consideran de entrada que el Partido no tiene suficiente fuerza para competir por la Casa de Nariño o están renunciando a la vocación de poder de la colectividad… Aquí hay quienes, a lado y lado, consideran que el Partido debe demostrar independencia de Santos pero sin romper con él, y que conviene en estos momentos hablar de candidatura propia no porque vaya a concretarse sino para que el Gobierno y la cúpula de la campaña reeleccionista -que ahora es marcada por La U y presionan los liberales- valoren en su justa dimensión al conservatismo y eso se traduzca en acuerdos programáticos y de cuotas de poder para el próximo cuatrienio”, dijo en off the record un veterano dirigente conservador consultado por EL NUEVO SIGLO.

El pulso

Precisamente por eso la semana pasada, tras una cumbre entre la bancada parlamentaria y miembros del DNC, la mayoría de los senadores y Representantes suscribieron una carta en la que advierten que la prioridad debe ser la campaña al Congreso, antes que la presidencial.

“Ante las solicitudes que se han recibido por parte de algunos miembros sobre la apertura de un proceso de selección de un candidato que represente nuestra colectividad en las elecciones para Presidente de la República, el Partido considera prematuro abordar esta discusión y ha decidido concentrar, por ahora, todos sus esfuerzos para garantizar y consolidar sus mayorías en las elecciones de Congreso del mes de marzo. El Partido debe en estos momentos aumentar su presencia en todas las regiones del país y a ello dedicará la tarea de sus afiliados y simpatizantes”, precisó de la carta suscrita por senadores y Representantes.

Hubo tres lecturas a la misiva. Una: la mayoría de la bancada quiere congelar la campaña presidencial, lo que implica, faltando menos de 10 meses para la primera vuelta, que se inclinan por buscar que el Partido, estatutariamente, avance en los mecanismos que le permitan apoyar la reelección de Santos. Esperar hasta marzo para, entonces sí, decidir sobre impulsar una candidatura presidencial propia sería a todas luces tardío y ajeno a cualquier lógica política.

La segunda lectura es a la que ya se hizo referencia: el conservatismo considera que la amenaza electoral del uribismo e incluso de otros partidos de la Unidad Nacional debe neutralizarse ya, para evitar una debacle en marzo próximo.

Y, tercera, que la carta tuvo la intención de notificar a algunos miembros del DNC que en aquellos temas que no hay consenso, como en este caso de las precandidaturas presidenciales, la cúpula del Partido debe reflejar abiertamente que no hay definición al respecto y evitar tomar partido o convertirse en vocera de alguna tendencia en particular.

¿Cuál es el peso de esta carta? Mucho, no sólo porque la bancada parlamentaria es la tercera instancia de decisión más importante del Partido, sino porque los senadores y Representantes son, precisamente, los dueños de un gran porcentaje del potencial electoral azul. En otras palabras, son los que tienen los votos y desconocer sus consideraciones no parece responder a ninguna lógica.

Precisiones

¿Qué respondió el DNC a la carta? Oficialmente no produjo ningún comunicado. No hay que olvidar que si bien Yepes es el presidente y hace las veces de vocero, esa instancia es un cuerpo colegiado, del cual hacen parte no sólo varios  senadores y Representantes, sino quienes abanderan a los jóvenes, las mujeres, otras organizaciones afines y cuatro notables.

En ese orden de ideas, tanto las declaraciones del presidente del DNC como de otros integrantes del mismo en torno a que debe insistirse en la precampaña presidencial en busca de un candidato propio, son pronunciamientos importantes y respetables, pero no reflejan la postura única y, sobre todo, oficial de la colectividad en esta materia.

No hay que olvidar que la instancia de máxima jerarquía en el Partido, según los estatutos, es la Convención, en la que tienen asiento, entre otros, todos los directorios regionales y quienes han representado al partido en cargos de elección popular. Y aquí concejales, alcaldes, diputados y  congresistas, o quienes ocuparon esas dignidades  son determinantes. Es a esta Convención a la que le corresponde elegir al candidato presidencial, y su convocatoria la debe hacer el DNC, camino sobre el cual no se ha avanzado en ningún momento.

Según el artículo 33 de los Estatutos, la Convención nacional del Partido se reunirá ordinariamente y por derecho propio cada dos años. También lo hará cada cuatro años para escoger y proclamar al candidato a la Presidencia de la República y promulgar el programa del Partido.

Hay otro artículo clave en toda esta polémica. Se trata del 26, que establece de manera muy taxativa que “las decisiones de los organismos plurales del Partido Conservador deberán ser aprobadas por la mayoría simple de sus miembros, salvo que los estatutos ordenen una mayoría diferente”.

Es más, EL NUEVO SIGLO conoció que algunos de quienes son partidarios de congelar por el momento el tema de la campaña presidencial y enfocarse en la parlamentaria sostienen que si el DNC citara a todos sus miembros a una votación al respecto, ganaría de lejos esta postura.

Entonces…

¿Pueden los precandidatos seguir en campaña? Estatutariamente sí, pero es claro que si no hay acompañamiento de la mayoría de la bancada parlamentaria a sus intenciones proselitistas, entonces, hablando en términos de  Realpolitik, el ejercicio se torna poco a poco estéril.

No hay que olvidar que en las encuestas sobre preferencias presidenciales los nombres de los hoy precandidatos figuran en el fondo de la tabla, mientras que Santos lidera con ventaja superior a 25 puntos sobre sus más inmediatos perseguidores. Es más, en los sondeos en donde se plantea que no habrá Presidente-candidato, son Germán Vargas Lleras y Oscar Naranjo (hoy en la campaña reeleccionista) los que encabezan las encuestas, también con amplio margen.

Pero la cuestión va más allá. Un senador conservador, que pidió la reserva de su nombre, dijo que lo que debería hacerse para salir de una vez por todas de este dilema entre si debe insistirse en buscar candidato propio o mejor optar por una nueva alianza con Santos, es, precisamente, citar a la Convención.

“… Este dilema lo único que hace es desgastar… El único partido de la Unidad Nacional que está en esta incertidumbre es el conservatismo, porque el liberalismo, La U ni Cambio Radical han hablado de impulsar precandidaturas… Lo mejor es aplicar el artículo 34 de los Estatutos ya”, indicó el parlamentario.

Ese artículo es precisamente el que enfatiza que la Convención debe “autorizar para las elecciones presidenciales las alianzas del Partido con otro partido o movimiento político con personería jurídica, o grupo significativo de ciudadanos, cuando la consulta popular no se hubiese pronunciado sobre ello”.

Es más, el mismo senador indicó que tras lo ocurrido esta semana en donde la bancada parlamentaria mayoritariamente va por un lado y algunos miembros del DNC por otro, los Estatutos son la clave para resolver el lío de una vez por todas.

Lo anterior porque la Convención también tiene entre sus funciones “dirimir los conflictos que se presenten entre la bancada del Partido en el Congreso y el Directorio Nacional del Partido”.

En ese orden de ideas, si bien en la práctica la precampaña presidencial del conservatismo sigue desarrollándose, mientras no cuente con el apoyo de la bancada parlamentaria y de otros sectores clave de la colectividad, será poco lo que se pueda avanzar.

Todo hace indicar que llámese “congelamiento”, “aplazamiento” o, incluso, “priorización de la campaña al Congreso”, el conservatismo cada día se acerca más a la posibilidad de contemplar seria y estatutariamente el apoyo a la reelección de Santos. Y, sin duda alguna, el banderazo para inclinar la balanza se daría en noviembre, cuando se venza el plazo para que el Jefe de Estado anuncie, como todo parece indicarlo, que buscará un segundo mandato y pedirá a la Unidad Nacional que sea su plataforma política, programática y electoral en ese propósito. Gajes de la realpolitik…