Congreso reglamentaría la actividad de los lustradores de calzado | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Abril de 2012

Reconocer y reglamentar el ejercicio de la actividad de quienes se dedican al lustrado de calzado, señalar normas para su protección social, capacitación y promoción de esquemas organizativos que favorezcan el desempeño de este oficio.

Estos son los objetivos planteados en el proyecto de Ley 212 de 2012 Cámara, “por el cual se formaliza el ejercicio de la actividad del lustrado de calzado y se dictan otras disposiciones”, radicado el 29 de marzo por la representante por Atlántico Victoria Eugenia Vargas, del Partido Liberal.

En el artículo 11 se establece “el 13 de agosto como el Día Nacional del Lustrador de Calzado, como un mecanismo de reconocimiento público a la permanente, discreta y abnegada labor de todas aquellas personas que se han dedicado y se dedican a la actividad de lustrado de calzado como única forma de subsistencia”.

 

Articulado

 

La norma, cuando sea aprobada, establecería la creación, durante el año siguiente a la promulgación de la ley, de un Registro de Lustradores de Calzado, un “sistema unificado y actualizado de recolección de información pública sobre las personas que ejercen dentro de una jurisdicción territorial el oficio”.

El registro implica, como quedó en la ley, la entrega “sin costo alguno” de “un carnet de identificación”.

Con estos elementos, las autoridades locales deberán “adelantar labores de seguimiento y control a los agremiados, con el propósito de verificar por parte de estos el cumplimiento de la legislación relativa al trabajo de menores de edad, personas discapacitadas y adultos mayores”.

Las autoridades municipales y distritales estarán obligadas a establecer módulos de lustrado de calzado, es decir espacios “de dimensiones y características unificadas que se ubicarán en las zonas públicas previamente autorizadas” para el ejercicio de la actividad.

“Las autoridades distritales y municipales generarán las condiciones administrativas y de policía para que las personas registradas en su jurisdicción como lustradores de calzado ejerzan su actividad de manera ordenada, responsable e integrada con la ciudadanía, pudiendo implementarse la construcción de módulos en zonas públicas estratégicas que garanticen un adecuado ejercicio de la misma y un fluido acceso de los usuarios”, consigna el artículo 7 del proyecto.

De parte del Gobierno Nacional, el Ministerio de Vivienda “evaluará la incorporación” de los lustrabotas “como beneficiarios de programas de vivienda” y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) los tendrá en cuenta en “programas de atención institucional que incluyan componentes específicos en salud y nutrición para madres lactantes”, así como para “sus hijos menores de edad”.

 

Contexto social

 

La representante Vargas plantea que la iniciativa “pretende llamar la atención y generar la necesaria conciencia sobre un muy complejo fenómeno social y humano”.

“Por ello”, agregó, “se pretende generar el compromiso institucional en pro del reconocimiento de esta actividad que bien podría ser, por sus connotaciones culturales, históricas y humanas, incorporada a nuestro rico patrimonio cultural, generando con ello además el necesario y urgente mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de quienes la realizan como su medio de vida y sustento”.

“El desarrollo social y laboral del gremio de personas que ejercen el oficio de lustradores de calzado se resume en la inexistencia de un marco legal mínimo que establezca el reconocimiento de sus derechos y la protección de su actividad por parte del Estado”, explica la congresista liberal en la exposición de motivos, al justificar el trámite de la iniciativa.

“En nuestro país el trabajo de lustrador de calzado lo ejercen personas de origen humilde. Es un oficio muy popular con el que miles de familias sostienen sus hogares”, señaló Vargas.

Pero, añadió la legisladora caribe, “no son sólo los hombres los que ejercen esta actividad”, sino que “con el auge inevitable de la economía informal y de cara a la compleja realidad socioeconómica colombiana, a estos se han sumado mujeres, muchas de ellas cabeza de familia, que intentan mejorar la economía de sus hogares, así como miles de niños que por no contar ellos o sus familias con ningún recurso económico se dedican a recorrer las calles con sus cajones de madera en la mano para buscarse esos medios de mínima subsistencia. Lamentablemente muchos de estos niños proceden de familias destruidas por la pobreza y la violencia”.

En la investigación realizada por la representante Vargas y su Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) encontraron que no son pocos los lustrabotas que llegan a esa actividad motivados por afecciones de la salud que les impiden optar por una empleo formal, como por ejemplo “malformaciones congénitas”, así como “incapacidad por accidentes laborales” y “enfermedades asociadas al envejecimiento”, entre las cuales se cuentan sorderas, artrosis y enfermedades cardiovasculares.

Estas personas no están exentas del contexto social que llevan a otras sanas a buscar también el sustento en este campo laboral informal.

Para Vargas, “esto hace de la precariedad y la incertidumbre los elementos que acompañan en su día a día a quienes de manera sacrificada viven de este oficio sin disponer de otras entradas y por supuesto ningún beneficio en materia de seguridad social”.

Si a las condiciones de salud ya mencionadas se asuma que “el lustrador de calzado ejerce su oficio a la intemperie, debiendo soportar fríos intensos, lluvias, humedad y calores extremos durante todo el año”, no es sorprendente que quienes ejercen este oficio se les deteriore “rápidamente su salud, a veces con consecuencias fatales”.

“Como trabajo es insalubre”, ya que “la suciedad es inherente al calzado como elemento personal en el momento en que se lleva puesto, estando en contacto directo con gérmenes y bacterias que luego quedan impregnadas en cepillos y franelas” que son elementos esenciales del oficio.

“Por su dinámica física la posición de trabajo obliga al lustrador de calzado a sentarse en una postura física servil y con el rostro a la altura de los zapatos del cliente”, así, “con el transcurso del tiempo, esta misma posición se convierte en factor de riesgo facilitando la aparición de lesiones en las piernas, problemas cervicales, discopatías, escoliosis, etc., provocándoles alteraciones de diferente gravedad en la motricidad”.

La misma naturaleza de la labor, su objetivo e insumos hacen imposible el aspecto de pulcritud en quienes a ella se dedican. El hecho de lustrar en una incómoda posición corporal facilita, a pesar de los cuidados del lustrador, las salpicaduras de pomadas y tintas sobre camisas y pantalones, terminando por lucir generalmente la ropa un aspecto sucio y gastado.