La efectividad de la Ley 1696 del 2.013 ha sido cuestionada porque a pesar de que se redujeron los accidentes causados por conductores ebrios, no logró disuadirlos del todo y a la fecha van impuestos 25.557 comparendos.
A la discusión, que se pone al rojo vivo tras cada choque protagonizado por un conductor borracho, como ocurrió con el de Fabio Andrés Salamanca Danderino, que cobró la vida de dos jóvenes que acababan de salir de trabajar y además el conductor del taxi en que se desplazaban quedó lisiado, o el reciente del joven que manejaba un carro con placa diplomático por la carrera séptima.
Se insiste en la necesidad de que los conductores ebrios que causen accidentes con lesionados o muertos vayan de una vez a prisión, que no haya lugar a la casa por cárcel y que las penas sean más drásticas.
Sin embargo, a las críticas se suma ahora el hecho de que aparte de que manejan en estado de beodez, no pagan las multas que se les imponen.
Las autoridades de tránsito en el país han impuesto 25.557 comparendos a conductores que han sido sorprendidos manejando en estado de embriaguez, pero sólo han sido canceladas 392 multas. La denuncia la hizo una de las autoras de la Ley, Gloria Stella Díaz, del MIRA.
El endurecimiento de las sanciones no ha impedido que se siga conduciendo ebrio en Colombia, como tampoco ha mejorado el pago de los comparendos. El 99% de las multas se está quedando en el papel. De los $166.932 millones en infracciones, sólo se han recuperado $1.680 millones.
Para el tercer grado de alcoholemia la multa es la más alta, está entre $14 millones y $28 millones y es la que más se impone, 9.113 conductores tiene esta sanción. Le siguen los comparendos con grado 1 de alcoholemia, 8.924 personas multadas y con grado 2 de alcoholemia se han impuesto 6.450.
Los departamentos con el mayor número de infractores por embriaguez son Cundinamarca, Antioquia y Valle del Cauca.
Apoyada en cifras entregadas por el SIMIT y que corresponden al período diciembre 19 de 2013 a septiembre 14 de 2014, Díaz dijo que en el último año y gracias a la entrada en vigencia de la Ley, los comparendos a conductores ebrios se redujeron a la mitad, pero la cartera morosa para los organismos de tránsito aumentó.
El problema lo está generando el hecho de que “Al conductor ebrio lo detienen, le imponen el comparendo y le mandan el vehículo a los patios; pero cuando se le pasa la borrachera, va a tránsito, cancela el valor de la grúa y de los patios y se lleva su vehículo sin cancelar el comparendo, y todo porque la norma lo permite”.
De acuerdo con las estadísticas, 3.307 conductores fueron sorprendidos con grado cero de alcohol, 8.146 con grado uno, 5.836 con grado dos y 8.288 con grado tres. 476 personas se negaron a realizarse la prueba de alcoholemia, se les impuso la multa más alta pero ninguno de los infractores ha cancelado el comparendo.
Un total de 12.472 licencias de conducción fueron suspendidas, 427 por reincidencia y 44 canceladas.
Los accidentes de tránsito son un problema social, de salud pública, cultural y hasta económico, ya que según el Banco Intermericano de Desarrollo, BID, este tipo de siniestros cuestan cerca de un punto del Producto Interno Bruto del país.
Según cifras de la Organización Mundial de la salud, cada año se producen cerca de 1 millón 200 mil muertes por este flagelo. En Colombia el año pasado 393 personas perdieron la vida en siniestros en donde el alcohol estuvo presente.
“Durante este año hemos visto como prácticamente los conductores se burlan de la norma, como dicen por ahí ‘hecha la Ley, hecha la trampa’; por eso hacemos un llamado al Gobierno nacional para que logremos un consenso frente al castigo para los conductores ebrios que con su irresponsabilidad están acabando con la felicidad de muchos hogares colombianos”, señaló el representante a la Cámara por Bogotá de MIRA, Carlos Eduardo Guevara.
También llama la atención de que conductores a los que se les ha suspendido la licencia por manejar en estado de embriaguez, siguen causando accidentes.
Al respecto la Policía ha dicho que la norma ha permitido reducir los índices de accidentalidad y que los controles ejercidos han sido fundamentales, pero a la vez expresa preocupación porque los conductores no aprenden la lección.