Jorge Turbay y Jorge Ernesto Suárez lideran la estrategia de comunicaciones de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc).
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El equipo de más de 20 excombatientes que prepara la táctica comunicativa de la antigua insurgencia de las Farc se preparó durante meses en manejo de redes sociales, creación de contenidos digitales, herramientas comunicativas y periodismo antes de asumir las comunicaciones del nuevo partido. Viven y trabajan en un hotel en el centro de Bogotá (Colombia) dando forma a la estrategia para las elecciones presidenciales y legislativas de 2018.
Jorge Ernesto Suárez, hijo de un emblemático líder guerrillero, Víctor Julio Suárez (más conocido como el Mono Jojoy) y Jorge Turbay, comunicador graduado de la Universidad de la Sabana, son los líderes del equipo que prepara las estrategias de redes sociales y comunicaciones del nuevo partido.
Ellos, junto a Pastor Alape (uno de los líderes más importantes de la antigua insurgencia), tienen el enorme reto de ayudar a que los colombianos le confíen su voto a la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc).
¿La estrategia? Ir más allá del marketing político, “construir nuevas ideas” y transmitir un mensaje de “esperanza y reconciliación”, según le dijeron los estrategas a la Agencia Anadolu.
La Farc anunció el pasado jueves que presentará como candidato presidencial a su máximo líder, Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’. Sus listas de candidatos a Cámara y Senado están integrados por las personas que por décadas ocuparon cargos de liderazgo en la guerrilla.
Desde su creación, el partido de la extinta guerrilla más grande de Latinoamérica no ha dejado de producir titulares. Atraen expertos y periodistas de todos los países y realizan multitudinarias conferencias en pleno centro de Bogotá; hacen homenajes a los comandantes que murieron en el conflicto y hasta decidieron que conservarían la sigla Farc como nombre de su partido, aunque con un nuevo significado.
Videos en redes sociales muestran cómo varios senadores les gritan e insultan por entrar al Congreso sin haber confesado, ante la Justicia Especial para la Paz, los secuestros, atentados, asesinatos y masacres que perpetraron durante la guerra.
Estas polémicas se dan en medio de un complejo escenario electoral en el que los partidos colombianos eligen a los precandidatos presidenciales y legislativos que competirán por el poder en 2018.
“Quieran o no, la Farc será protagonista en las elecciones”, asegura Jorge Suárez, quien sostiene que, ya sea para atacarlos o verlos como una alternativa real de poder, los ojos de los colombianos estarán puestos en cada uno de sus movimientos.
Teniendo en cuenta que el electorado colombiano y la comunidad internacional los tiene en el radar, la Farc comenzó a idear sus estrategias comunicativas.
La organización ya cuenta con un canal de televisión llamado Nueva Colombia Noticias que, según dice Jorge Turbay, no estará directamente ligado al partido, pero “dará noticias desde una perspectiva de izquierda”.
También tienen un equipo especializado en redes sociales y un grupo de jóvenes que se prepara para asumir como jefes de prensa y asesores de los 10 congresistas que, como mínimo, tendrán dos periodos electorales, independientemente de los resultados en las urnas, tal como lo estipula el acuerdo de paz.
En total son unas 24 personas las que trabajan en comunicaciones. A futuro esperan crear cooperativas de empresas de este rubro.
“Las comunicaciones que estamos planteando no son exclusivamente una propaganda de partido sino una estrategia para que la sociedad colombiana empiece a ver la apertura democrática”, dice Turbay.
El periodista explica que usarán su presencia nacional para iniciar grupos de comunicaciones en zonas como Chocó, la frontera con Venezuela y otras regiones.
De una guerra rural a una comunicación digital
“Siempre pensamos que las comunicaciones son clave para llegar a la gente de una manera más clara”, recalca Suárez. En medio de los bombardeos y las operaciones militares, las Farc nunca dejaron de emitir su programa radial “Voces de la Resistencia”, editar libros y publicar cientos de panfletos y revistas.
La arremetida militar de la fuerza pública colombiana, ocurrida en 2002, dificultó las comunicaciones. La guerrilla entró en una etapa de conservación de fuerza y los frentes se atomizaron para protegerse. La guerra se robó todo su tiempo.
Cuando llegaron a La Habana a negociar con el Gobierno, se dieron cuenta que existían redes sociales como Twitter e intentaron ponerse al día con este nuevo movimiento digital y con palabras como “viral”, “youtuber” y “seguidores”. Encontraron en las nuevas tecnologías una manera barata y eficiente de difundir sus ideas.
Del silencio de los fusiles al ruido del Congreso
Después de llegar a un acuerdo de paz con el Gobierno, la guerrilla enfrentó el enorme reto de desarmar a más de 7.000 combatientes. Una vez logrado ese objetivo, se encontraron con que muchos sectores políticos seguían hostiles hacia ellos y no creen en su discurso de paz y reconciliación.
“El país no ha logrado escuchar el silencio de los fusiles por el ruido político, por las discusiones en el Congreso, por los gritos de los senadores. No vamos a hacer política de esa manera”, asegura Turbay.
Los estrategas de Farc afirman que sus mensajes de campaña no serán beligerantes, sino que estarán ligados a las propuestas sociales que han hecho desde sus inicios: un mejor presupuesto para educación, resolver el déficit de vivienda, la necesidad de actualizar el catastro rural, la urgencia de redistribuir la propiedad rural, el desarrollo del campo a través de las pequeñas parcelas, la apertura democrática y un fuerte control sobre los recursos públicos.
El público objetivo primordial serán las capas sociales de menores ingresos, “pero eso no significa que no nos sentemos a plantearle ideas a otros estratos (sociales)”, añade Suárez.
Los comunicadores cuentan que han tenido varias conversaciones con grupos de mujeres y jóvenes en los barrios marginales de Bogotá y han encontrado una fuerte acogida a sus propuestas.
Farc, una de las marcas más conocidas de Colombia
Los críticos de la guerrilla calificaron el nombre de su partido político como una revictimización de los afectados por la guerra. Por muchos años, “Farc” fue sinónimo de terrorismo, bombas, secuestros y narcotráfico.
Conscientes de la carga negativa del nombre, más de 1.000 guerrilleros se reunieron durante el primer congreso del partido y votaron por un nuevo nombre. El ganador fue Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc).
Expertos han calificado la decisión como un gran error, ya que el grupo perdió la oportunidad de renovar su imagen.
Conservar las siglas de una guerrilla no es una fórmula nueva. Otros grupos guerrilleros en Colombia, como el M-19 y Esperanza, Paz y Libertad (EPL) mantuvieron sus nombres de guerra al iniciar su vida política.
“Mantener las siglas fue una decisión colectiva durante el primer congreso del partido. El nombre Farc tiene una carga negativa muy fuerte y positiva muy poca, pero tiene recordación”, dice Jorge Turbay.
El grupo insurgente lleva más de 50 años posicionando el nombre. “Debe ser una de las marcas más conocidas de Colombia y la carga negativa no está solo ligada a las siglas. Cambiar el nombre no haría que la gente dejara de llamarlo el partido de Farc. Todo lo que hagamos va a ser polémico”, explica Jorge Suárez.
Ambos estrategas concluyen que, independientemente de lo que digan expertos y enemigos, el reto ahora es crear una maniobra comunicativa que, con ese nombre, atraiga y enamore a los votantes. Buscan lo que ningún grupo insurgente en la historia de Colombia ha logrado: poner un presidente en la Casa de Nariño.
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