Los combatientes kurdos de Irak, Siria y Turquía unieron sus fuerzas en una alianza sin precedentes para combatir a los yihadistas en el norte iraquí y ayudar a miles de civiles bloqueados en las montañas vecinas.
Miles de civiles, muchos procedentes de la minoría yazidi, están atrapados en las montañas del norte iraquí después de haber escapado de los yihadistas del Estado Islámico (EI), que en 48 horas arrebataron a los kurdos varias ciudades en la región de Mosul, la segunda ciudad de Irak que cayó en manos de los yihadistas al comienzo de su ofensiva, lanzada el 9 de junio.
Sinjar, a 50 km de la frontera siria, cayó el domingo. Unas 200.000 personas escaparon por las carreteras, según la ONU. Los yihadistas también conquistaron Zumar, otra ciudad cercana a Mosul, una instalación petrolera y Rabia, un puesto fronterizo entre Siria e Irak.
Este nuevo avance permite a EI, que ya se había apoderado de grandes sectores del territorio iraquí, fortalecer su control sobre esta zona y moverse más fácilmente entre Mosul y la frontera siria más allá de la cual también controla numerosos sectores.
Después de estos reveses, y ante la falta de un ejército federal capaz de hacer frente a los yihadistas, los combatientes kurdos del PKK turco, del PYD sirio y de los peshmerga iraquíes unieron sus fuerzas en una colaboración sin precedentes.
Los tres grupos, que tienen relaciones complicadas y a menudo tensas, dejaron de lado sus diferencias temporalmente en una especie de unión sagrada.
Los kurdos procedentes de Siria y de Turquía "están encargados de combatir" a los yihadistas "en la región de Rabia y Sinjar", al oeste de Mosul, declaró el miércoles Hallo Penjweny, un alto responsable del partido de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK).
"Por nuestra parte, nosotros (los peshmerga) nos ocupamos de Zumar y del resto del sector del norte y al este de Mosul)", anunció.
"Nosotros debemos unir (nuestras fuerzas)" contra el EI, afirmó el martes el jefe militar del PKK, Murat Karayilan.
Los combatientes del PYD, el partido kurdo sirio de la Unión Democrática, anunciaron que ya habían recuperado el control de Rabia, pero se desconoce por el momento el estado de su progreso en la región de Sinjar.
Y "los combatientes del PKK llegaron a la zona de Jabal Sinjar, donde protegen a los habitantes", declaró Penjweny.
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Los peshmerga son considerados como las fuerzas más eficaces y las mejor organizadas de Irak. Pero los problemas de tesorería del Kurdistán, cuya parte de ingresos petroleros fue bloqueada por el gobierno de Bagdad, pesan en la financiación y el suministro de equipos a las tropas.
Su retirada de Sinjar condujo a la fuga de miles de civiles, entre los cuales había numerosos yazidis, una minoría de lengua kurda perseguida desde hace mucho tiempo. Muchos de ellos se encuentran ahora bloqueados en las montañas desérticas, donde corren tantos riesgos a causa del hambre y la sed, como frente a las masacres de los yihadistas.
Los helicópteros del ejército iraquí les lanzaron víveres y agua, pero un responsable del UPK advirtió el miércoles que las fuerzas kurdas necesitarán varios días antes de poder garantizarles un paso seguro.
El Consejo de Seguridad de la ONU advirtió que las persecuciones de EI contra las minorías "pueden constituir un crimen contra la humanidad".
Además de los reveses en la región de Mosul y las dificultades financieras, los peshmerga también tienen la difícil tarea de garantizar la seguridad de un territorio agrandado en 40% en dos meses debido a la crisis actual.
El miércoles, un atentado suicida con coche bomba contra un puesto de control peshmerga entre Mosdu y Erbil mató a un combatiente kurdo e hirió a otros 13, según testigos y fuentes de la seguridad.