Amanecerá y veremos qué experimenta el país a partir de mañana cuando se haga el balance de la rebelión social de este jueves.
Independiente de lo lastimado y tocado que salga el país de las movilizaciones de hoy, el Gobierno tendrá que volver a barajar sus cartas.
Demasiado que repensar en la presidencia de la República. Mucho que reinventar en el plan de Gobierno. El camino es reconciliar con mayor inclusión social.
Seguramente el andar de la nación continuará y el reloj le marchará rápido al Gobierno para que apure sus tareas pendientes y atienda clamores de la sociedad, los que tengan fundamento.
Este viernes deberá empezar el balance de lo ocurrido hoy en Colombia. Las conclusiones deben llevar a un replanteamiento de la agenda social del Ejecutivo.
El Ejecutivo, cualquiera sea el resultado de las marchas hoy, deberá ajustarle las turcas a su estrategia de comunicación.
Muchos colombianos salieron a protestar y otros se guardaron en casa sin conocer el abecé del asunto. Tienen poca información para digerir de lo que realmente está haciendo el presidente Duque.
Gentes de bien que se fueron a las calles, personas agresivas que siguieron en lo suyo, familias pacíficas que optaron por no marchar, estudiantes financiados 100% que no están a gusto, trabajadores bien o mal pagos que quieren más, cualquiera sea la situación, todos requieren verle una nueva cara al primer mandatario, o al menos, sentir que tienen Gobierno.
El primer mensaje al presidente Duque es comunicar mejor.
Herramienta de las comunicaciones luce obsoleta e inservible.
Es preciso saber comunicar para decirlo mejor.
Una de las debilidades del Ejecutivo es no disponer de sencilla pero efectiva plataforma social de comunicaciones.
El primer mandatario y sus ministros requieren modular sus tareas con la comunidad.
Confusión en la opinión pública es grande por cuenta de mensajes que desorientan y despistan.
Como toda marca, el Gobierno es una empresa que hace, produce, crea productos y servicios. Es la miscelánea gubernamental.
Al igual que en las empresas, lo que ocurre en jefatura del Estado debe llevar a una audaz, oportuna y cercana comunicación, diversa, central y regional, en lenguaje sencillo, sin posturas oligarcas, prepotentes y lejanas.
El balance informativo global que mañana hará EL NUEVO SIGLO de lo ocurrido este 21 de noviembre, le servirá al Gobierno, pero también a los promotores de las manifestaciones, a bajarle volumen al radio del radicalismo.
Porque tarea no solo va para el presidente Duque y sus ministros y asesores, igual va para agitadores de marchas, sea cual fuese la portada de mañana.
Quienes llevados por odios, revanchas, venganzas, sinsabores, polarización y extremos, están hoy en las rebeliones, tendrán que serenar los ánimos, reencontrarse con el bien general y modificar expresiones y modos de comunicar.
Los que sin alterarse salieron como prueba de fe en la democracia y lo que ella permite, deben contaminar a otros de su mesura y sensatez para reclamar.
Ya veremos que nos trae este río crecido.