Vólmar Pérez Ortiz | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Octubre de 2015

EN SUS 200 AÑOS

La Carta de Jamaica

 

 

EL  pasado 6 de septiembre se conmemoraron 200 años de la Carta de Jamaica, pieza fundamental del pensamiento bolivariano.

Se trata de un documento escrito por el Libertador a manera de respuesta a una misiva que, a su vez, le había dirigido el ciudadano inglés Henry Cullen, en la que formula una serie de reflexiones sobre el futuro de las colonias americanas. 

Asimismo, contiene un diagnóstico crudo y descarnado del estado en que se encontraba la América hispana en ese momento crucial de nuestra historia; de las características sociales de sus naciones, de las posibilidades políticas de conducirse como Estados independientes. Del mismo modo alienta la causa del proceso de emancipación hispanoamericana.

En la proclama el Libertador hace un escrutinio de “las provincias del río de la Plata; de la lidia del reino de Chile contra los enemigos que pretenden dominarlo; del virreinato del Perú como al que más sacrificios se le han exigido para la causa del rey”. Se refiere a la Nueva Granada como el corazón de la América. Y trata a Venezuela como “heroica y desdichada porque sus devastaciones la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa”.

En esta declaración, Bolívar exhorta a la “Europa civilizada y amante de la libertad a que no permita la reconquista de la más bella parte de nuestro globo”, y sostiene que “debió haber preparado y ejercitado el proyecto de la independencia americana”.

Por su parte, reclama de nuestros hermanos del Norte el hecho de “haberse mantenido inmóviles espectadores en esta contienda, que por esencia es la más justa”.

Dice que “el monarca de México Moctezuma, fue preso por Cortés, y Atahualpa, Inca del Perú, fue destruido por Francisco Pizarro y Diego de Almagro”. Y establece un “paralelo entre la suerte de los reyes de España y los reyes americanos, que no admite comparación; los primeros son tratados con dignidad y al fin recobran su libertad y trono.  Mientras que los últimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos”.

Al reflexionar sobre las esperanzas futuras de los americanos, se pregunta si formarán una gran república o una gran monarquía. Sobre esta preocupación sostiene: “yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”. Agrega que lo que menos desea es una monarquía universal y manifiesta “no ser partidario del sistema federal por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros”.

Desde entonces anuncia el Libertador la unión de la Nueva Granada con Venezuela para formar una nueva república, “cuya capital sea Maracaibo, o la ciudad que se funde con el nombre de Las Casas”, el apóstol de América, como hicieron los americanos del Norte con su capital. “Esta nación se llamaría Colombia como un tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio”. 

Como se puede apreciar, la Carta de Jamaica es la fuente prístina del panamericanismo.