Lenguajes de bosques
Desde siempre he sentido una predilección especial por los diversos lenguajes de nuestros bosques. Ellos no hablan, pero albergan una ternura que da refugio a multitud de especies animales y vegetales. Conocen todos los signos lingüísticos de nuestro hábitat. Se alzan al cielo como protectores de vidas. Precisamos de los árboles, aunque sólo sea para poder respirar. No olvidemos que son los pulmones de nuestro planeta y el corazón que mueve los abecedarios de nuestros pasos. Ellos sí que son el desarrollo sostenible y la alternancia existencial. Además, las áreas de bosques proporcionan -según informe reciente de Naciones Unidas- tres cuartos de agua potable, que es primordial para la agricultura, la industria, la demanda energética y el uso doméstico. Las cuencas forestales son imprescindibles para nuestro bienestar. Son fundamentales, ya no sólo para la lucha contra el cambio climático, también para que podamos seguir viviendo. Una investigación reciente (estudio de la NASA) acaba de demostrar que los bosques de la Amazonia reducen el calentamiento global.
Nos llena de dolor que actualmente la narco-deforestación azote a Centroamérica. Las grandes narco-propiedades además sirven para monopolizar el territorio, aunque comprar bosques esté prohibido, los narcotraficantes tienen suficiente influencia política como para asegurar su impunidad. En consecuencia, no sólo hay que reducir la deforestación, también se debe prevenir la protección de estos mantos que cubren grandes áreas del globo terráqueo y funcionan como hábitats animales, moduladores de flujos idílicos y conservadores de vida. El dinero no lo debería comprar todo. Ya está bien, que estas zonas boscosas, sirvan para traficar y limpiar ganancias sucias. El amor a los bosques no puede tener precio. Ha llegado el momento de integrar las necesidades del ser humano a las iniciativas de conservación y rehabilitación de estas masas frondosas, que juegan un papel vital en la vida del planeta. Tenemos que invertir mucho más en este capital natural, sabiendo el importante papel de los bosques en nuestro mundo. Por eso, nos alegra que la Política Agrícola Común (2014-2020) de la Unión Europea, fomente un reparto de ayudas más justo, encaminado a favorecer las prácticas agrarias respetuosas con el medio ambiente. Al respecto, se asignarán 8.291 millones de euros para seguir siendo competitivos, sostenibles y para fomentar un desarrollo territorial equilibrado. En el equilibrio siempre está la virtud. Lo que produce es un inmenso dolor pensar que los bosques nos hablan con su palidez, mientras la especie humana ni los ve, ni tampoco quiere escucharles a través de su lenguaje mustio.
*Escritor