VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Noviembre de 2012

Desencanto y desencuentro

VIVIMOS  en el desencanto permanente, fruto del desengaño que nos cerca. Los conflictos y la crisis económica mundial nos dejan fríos y, lo que es peor, sin ilusiones. Las sombras del absurdo, de las contrariedades, expanden sus huellas por todos los caminos de la vida. Cada día más, el mundo se resiste a creer las palabras que no van acompañadas de acciones. Hemos sembrado demasiados discursos sin esperanza, vacíos de contenido, lenguajes sin alma, que lo que hacen es alejarnos unos de otros. Así no podemos avanzar hacia ningún desarrollo, si no se supera la visión materialista e interesada de las cosas.

Bajo este desencanto que nos injertamos a diario, pienso que es clave encontrar puntos coincidentes que respeten, sobre todo, al ser humano.

Sin sensibilidad  difícilmente vamos a poder cambiar la historia de desencuentros, entre familias y políticas públicas, entre naciones y políticas internacionales, entre la búsqueda de un nuevo orden mundial. Las diversas protestas sociales que proliferan hoy por el planeta, debieran considerar que con la violencia se contradicen, puesto que crean más problemas y no resuelven nada. El buen talante es lo  que aviva el encuentro.

Sin duda, tenemos que salir de esta atmósfera irrespirable de desencuentros y desencantos, cultivando en verdad las bases de un diálogo intercultural de apertura, de mano tendida.

A propósito, la recomendación del poeta y prosista español, Antonio Machado, de que “para dialogar, preguntad primero; después, escuchad” puede ayudarnos a salvar las discrepancias. Aquel que no escucha lo que dice el otro, difícilmente comprenderá nada. No olvidemos que atender es el mejor remedio para percibir, o sea, para descubrir y observar. Sin duda, a veces la cuestión está en saber mirar, y en verse asimismo en esa mirada, para fomentar el encuentro, puesto que todos nos necesitamos para conquistar esa felicidad inadvertida para muchos y que está ahí, en los momentos de ternura, de contemplación de la belleza, en la generosidad.

La falta de personas generosas es lo que origina un mundo de decepciones, como es la carencia de progresos del programa de desarme y el incremento de tantas amenazas globales.

Así, como dijo el escritor británico Clive Staples Lewis, “la amistad no tiene un valor de supervivencia, sino más bien es una de las cosas que da valor a la supervivencia”. Hace falta, pues, ese vínculo de amigos encantados, reconciliados, para ensanchar la paz y construir un mundo libre de ataduras. Al fin y al cabo, ha llegado el momento de que la libertad deje de ser el privilegio de algunos, para ser el derecho de todos.

corcoba@telefonica.net

*Escritor