PLANETARIO
Halcón negro
No han sido una, ni dos, ni tres aeronaves las que se han despedazado en los últimos meses.
Y no han sido pocas las vidas que se han perdido, empezando por las 16 que enlutan a los colombianos de bien: Palacio, Guzmán, Narváez, Cruz, Gualdrón, Cano, Cáceres, Correa, Díaz, Escobar, Montaña, Góngora, Polo, Reyes, Ortiz, Hernández.
Aún así, no parece que el dolor patriótico esté compartido por todos.
De hecho, pocas horas después de la tragedia del Halcón Negro en Urabá, el pasado 4 de agosto, el Gobierno se apresuró a sostener que había sido un accidente producto del mal tiempo.
Sin ningún fundamento empírico, el Ejecutivo parecía más interesado en preservar intacta la mesa de negociación y el prestigio que les ha concedido a las Farc, que en honrar a las víctimas y dar a conocer la verdad a las familias y los ciudadanos.
Para no ir más lejos, el director de la Policía, encargado de semejante (con)gestión informativa, se veía poco después en la obligación de reconocer que no podía descartar otras hipótesis.
Tan sospechosas circunstancias llevaron a los mismísimos partidos de la unidad oficialista a pedir investigaciones profundas y hasta una comisión independiente para esclarecer los hechos.
Comisión independiente que solo puede concebirse a partir de la suspicacia que el propio Gobierno genera y la necesidad que tienen los auténticos demócratas de situar al interés nacional por encima de cualquier interés político presidencial, o subversivo.
Dicho de otro modo, lo que la Jefatura del Estado no puede ignorar es que en el área del siniestro operan diferentes actores armados por fuera de la ley, desde las Bacrim hasta las Farc.
Más aún, lo que Presidencia y Policía no pueden ocultar es que las Bacrim y las Farc habrían conformado ya una genuina coalición funcional de tal manera que sus operaciones conjuntas estarían alcanzando límites insospechados.
Tampoco podrán negar que ambas organizaciones, coligadas, o por separado, tienen suficiente capacidad económica para adquirir, como ya habrían adquirido, material antiaéreo portátil, tan letal como fácil de operar.
En ese mismo sentido, el Alto Gobierno tendrá que reconocer que haber declarado un cese unilateral del fuego no convierte a los miembros del Secretariado en ‘dalais lama’ y que, si alguna lección puede extraerse de semejante tragedia, es que concederles a las Farc una tregua (cese bilateral) solo servirá para presenciar (sumisamente) acontecimientos similares. Y peores.