Vicente Torrijos R. | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Enero de 2015

PLANETARIO

El efecto Charbonnier

 

Lo   que mejor explica cuanto ha venido sucediendo en Francia, y la mejor enseñanza que se puede extraer de todo aquello, reside en una caricatura.

Me explico. Justo antes del atentado, el director de Charlie Hebdo, Stéphane Charbonnier, publicó en el último número del semanario una caricatura premonitoria bajo la frase : “Todavía sin atentados en Francia”. En ella aparece el típico terrorista islamista, uno de esos que todos podemos evocar si al cerrar los ojos se nos pide que lo imaginemos. Con su barba (la virilidad explosiva), el dedo índice en alto (nunca el pulgar, por supuesto), un Kalashnikov a la espalda (hecho en Rusia), ojos desorbitados, y las líneas en espiral sobre su cabeza (delirio alucinante), el yihadista se solaza con sus amenazas. “Esperen”, exclama.  “Tenemos hasta finales de enero para expresar nuestros deseos”.

Trágicamente, la historia parece repetirse.  Durante los años 90, Clinton bombardeó incesantemente a los talibanes en Afganistán creyendo que así podría refrenarlos. A cambio, los EE.UU. recibieron el 11 de septiembre.

Dos décadas más tarde, Obama y las potencias occidentales se declararon “en guerra” contra la organización Estado Islámico y empezaron a bombardear posiciones dispersas. A cambio, han recibido los golpes en París.

Dicho de otro modo, no supieron interpretar la amenaza. Pensaron que podían refrenarla con simples bombardeos, diálogo y negociaciones encubiertas, como si los terroristas no evolucionaran.

Hace un año, nadie había oído hablar de Bagdadi (el EI), los Soldados del Califato, y otras bandas por el estilo aunque se sabía que venían desarrollando un plan estratégico perfectamente coordinado.

Creyéndose la historia de que sus democracias son imperfectas, que generan exclusión y miseria, y que los legítimos sentimientos de privación dan paso al terrorismo como única arma de los pobres, los líderes occidentales quisieron pensar que no llegaría el día en que una ciudad como París podría contabilizar 19 muertos de la noche a la mañana.

La caricatura lo dice todo. Cuando los gobiernos son ingenuos, se creen las justificaciones de los terroristas, negocian con ellos y buscan la manera de indultarlos, ésta es la respuesta que reciben. No se anticipan, caen en la trampa, y piensan que eso “jamás nos puede suceder aquí”.