Cefalea
Algunas personas que tienen que ver con las relaciones entre Colombia y los EE.UU. me preguntan aquí, en Washington, por qué es tan probable que el presidente Santos sea incapaz de lograr la reelección.
Primero que todo, les digo, porque las elecciones congresionales fueron muy reveladoras. En un clima de fraude marginal que ha sido denunciado desde un extremo al otro del espectro político y con una coalición formada por tres consumados partidos que a duras penas logró conservar la mayoría, el Presidente tendrá que enfrentarse, ahora sí, a una contundente oposición en lo que antes no era más que unanimismo.
Segundo, porque, al parecer, ese Congreso está contaminado en más del 30 por ciento por parapolítica y semejante fenómeno no está directamente asociado a la oposición sino, todo lo contrario, a la propia coalición oficialista, con lo cual, empiezan a despejarse muchos de los estereotipos y sofismas que antes aparecían como axiomas.
Tercero, porque de acuerdo con los mencionados resultados electorales, la escogencia de su fórmula vicepresidencial no ha resultado muy rentable en términos de intención de voto y, antes bien, el contraste entre el perfil sociológico de Vargas Lleras y el de Angelino Garzón no deja de producir interrogantes demoledores. ¿Qué habría pasado con Obama -les planteo-, si pocos días antes de la reelección, su propio Vicepresidente hubiese declarado que no sabía por quién iba a votar?
Cuarto, porque no tiene margen de maniobra, pues, ya sea Zuluaga, Peñalosa o Ramírez, lo cierto es que con ninguno de tales candidatos podría establecer alianzas para librar con éxito la segunda vuelta, panorama que se hace aún más crítico si se tiene en cuenta que con su actitud en el caso Petro (primero glorificándolo y luego condenándolo) perdió buena parte de la votación de izquierda que, no solo en Bogotá, sino en el resto del país, algo de oxígeno hubiese podido inyectarle.
Y quinto, lo más importante de todo, porque su complacencia con el terrorismo en La Habana (y en Caracas) ha convertido a las elecciones en una especie de referendo “a favor” o “en contra” de las Farc, que era, justamente, el escenario que el presidente-candidato quería evitar a toda costa y en el cual se encuentra ahora atrapado por completo.