L. L. L.
“Libertad para Leopoldo López” es la nueva consigna de la democracia en América porque el régimen neochavista está dispuesto a llevar hasta las últimas consecuencias el despotismo del que tanto se ufana. De hecho, un hombre con camisa blanca que camina rodeado por la multitud se enfrenta pacíficamente al aparato militar y paramilitar del Estado entregándose al régimen para generar un punto de ruptura y no retorno. Porque con todo ese despliegue de tanques, fusiles y fieles guardianes del orden vestidos de rojo, lo que el gobierno exhibe no es otra cosa que una inmensa fragilidad, un temor creciente a que la voluntad popular lo arrastre sin remedio.
Al fin y al cabo, la muerte de Génesis Carmona no es más que el equivalente eslabonado (ideológico y operacional) de lo que sucede a diario en Pradera, o en Leiva, aquí en Colombia, donde han muerto personas cuyo nombre el Gobierno Nacional no recuerda pues no encajan en su categoría de “magnicidio” entendido como el único factor que (tan solo probablemente ) precipitaría la suspensión de la farsa de La Habana.
En efecto, el padre Fernando Alberto Páez Solano, o el piloto Jaime Betancur Betancur, o los agentes Oswaldo Vargas y Óscar Emilio Paz, han caído víctimas de los simpatizantes locales del régimen totalitario chavista que, como si fuera poco, sirve de facilitador de las negociaciones en Cuba. No en vano, cuando el presidente Santos, tímidamente, y tan solo como cumplido diplomático, recurre al tópico de que los venezolanos deben resolver sus problemas mediante el diálogo, recibe de sus aliados de Caracas lo que es apenas natural que reciba, esto es, un sonoro "¡Ya basta, carajo!". Porque, en el fondo, tal vez acierta Maduro al agregar, “me va a venir a dar lecciones de democracia el presidente Santos cuando yo vengo a defender el derecho a la paz del pueblo de Venezuela”, mismo derecho en el que, por métodos igualmente complacientes con el terrorismo, se basan los negociados en La Habana.
En resumen, L. L. L.: Libertad plena para Leopoldo López y el pueblo venezolano. Sin condiciones, sin subterfugios, sin delirios como aquellos que llevarían a los fiscales obsecuentes a acusarlo de terrorismo, homicidio intencional ejecutado por motivos fútiles e innobles en grado de frustración, delincuencia organizada, conspiración y hostilidad contra la integridad del territorio de la patria o contra sus instituciones ¡pretendiendo cambiar violentamente la Constitución y promover la guerra civil!