VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Mayo de 2013

¿Perdón a la fuerza?

 

Víctimas  del terrorismo vinculadas a unos de esos programas asistencialistas del Gobierno me dicen que se encuentran hartas de tanta gente que a diario las emplazan diciéndoles que están en la "imperiosa obligación de perdonar y exculpar".

"Lo que ellos quieren", afirman, "es que seamos cómplices de la impunidad que se está fraguando en La Habana”. "Necesitan nuestra docilidad para legitimar la negociación y conseguir que los criminales gocen con soberbia de la libertad que les arrebatan a diario a millones de colombianos. Sólo así podrán decir que el proceso ha funcionado y que todo ese despropósito ha tenido sentido".

De hecho -agregan-, con sus críticas recurrentes al bienestarismo penal y al retributivismo, quieren forzar a las víctimas a aceptar los "bálsamos" de las llamadas justicia restaurativa y deliberativa.

"En el fondo", prosiguen, "esas concepciones de justicia no son más que complacencia política para evitarle el castigo al culpable, privilegiar las verdades a medias, negar todo rigor punitivo y, por tanto, garantizar la repetición del crimen con base en la ley de los más crueles, ahora amparados por el estatus político y los privilegios que el propio Estado les concede".

"Lo que pasa", sostienen, "es que ellos están tan obsesionados con la firma de un acuerdo rápido para buscar la reelección, que osan incluso descalificar la severidad contra el crimen llamándola 'populismo' jurídico y acusando a quienes han padecido los crímenes de guerra y de lesa humanidad de ser 'palos en la rueda' o 'enemigos de la paz'”.

De hecho, llegan al extremo de ver a las víctimas como "personajes indolentes que, ansiosos por ser glorificados, y animados por una insaciable sed de venganza, solo anhelan la prolongación de la guerra privilegiando el militarismo y despreciando la negociación con los terroristas". "Quieren que aceptemos unos modelos de justicia elásticos y porosos a los que denominan 'dialógicos', 'deliberativos' e 'incluyentes' porque, según ellos, al Estado le resulta muy costoso aplicar una recta justicia y porque, hasta ahora, esa justicia no ha sido consensuada, de tal forma que las normas válidas para unos solo han servido para condenar inmoralmente a los otros".

"De ese modo", concluyen, "lo único que están logrando es fomentar la laxitud y la permisividad enviándoles a las futuras generaciones el mensaje de que si se esfuerzan compulsivamente por ser los más despiadados criminales, entonces podrán negociar de igual a igual con el Gobierno, gozar de privilegios y convocar a una asamblea constituyente para refundar el Estado... ¡a su imagen y semejanza!".