VICENTE TORRIJOS | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Junio de 2014

PLANETARIO

Maliki & Co.

LOS  EE.UU. confiaron en que el presidente Maliki garantizaría la estabilidad y el equilibrio en Irak, pero se equivocaron. Los EE.UU. confiaron en que Maliki podría ser el promotor de un nuevo clima de concordia regional con Irán como su nuevo mejor amigo, pero se equivocaron.

Maliki se convenció a sí mismo de que era el predestinado para pacificar a su país tras la retirada de los EE.UU. tan solo porque obtuvo la mayoría de votantes, pero estaba muy equivocado. Maliki pensó que como sus correligionarios sumaban el 60 por ciento de la población, con eso bastaba para tildar a los opositores suníes y kurdos de "enemigos de la paz", pero cometió un estrepitoso error de cálculo. Maliki pensó que tenía garantizada la unidad nacional pero olvidó que por lo menos dos terceras partes de su país no lo secundaban porque temían que su país se convirtiera en una fotocopia de Irán, el vecino integrista, fundamentalista, expansionista y retardatario.  

Los EE.UU. fueron testigos de que, semana tras semana, a lo largo del último año, la oposición fue creciendo, las manifestaciones se multiplicaron y el país se polarizó, pero siguieron confiando en Maliki.

Despreciando la obra del general Petraeus, un verdadero estratega, el gobierno Obama, tan condescendiente como complaciente, fue advertido de que el terrorismo suní comenzaba a propagarse exitosamente, pero creyó que bastaba con hacer presencia militar en ciudades y regiones.

Cuando las huestes del grupo armado Estado Islámico de Irak y del Levante (Eiil) iniciaron la ofensiva múltiple, tomaron Mosul, Ticrit y bordearon Bagdad, los EE.UU. empezaron a preocuparse y Maliki comenzó a acusar a Obama de dejarlo solo.

Fue entonces cuando la cúpula demócrata de la Casa Blanca ya no quiso confiar más en Maliki y el embajador comenzó a reunirse con la oposición para promover un cambio. Pero el mal ya estaba hecho y el cáncer había avanzado demasiado. Desesperados al constatar que hoy es Irak y después será Siria, los demócratas anunciaron el envío de 300 tropas de élite como si con ese despliegue fueran a atemorizar al sangriento Timochenko local, Abu Bakr al Baghdadi.

En suma, los demócratas, con su candidez, no solo han puesto al país en manos de la Venezuela local (Irán) sino que ven, con impotencia, cómo el Eiil acaricia su sueño de un califato panislámico que podría arruinar también lo poco o mucho que los EE.UU. han logrado a lo largo de 12 años con la versión regional del Plan Colombia para Afganistán.