Valores olímpicos Tokio 2020 | El Nuevo Siglo
Lunes, 26 de Julio de 2021

Hoy más que nunca, en la realización de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, brilla el talante japonés como enseñanza de vida ante su marca de inflexión de la pandemia del siglo XXI. No lo tapan con un dedo la realidad de un covid-19 aún latente, sino, por el contrario, en coherencia, imprimen una disciplina acompañada de pulcritud que se extiende a todos los participantes.

Sus históricos hechos, tanto por su aplazamiento, por un año, como por su ejecución, hacen válida la crónica de los valores destacados en la apertura de los Juegos -aquella que el emperador japonés Nahurito no ha querido aludir como celebración en respeto a una pandemia aún no superada-. Se trata de reunir ese propósito de retorno a la nueva normalidad, no propiamente bien enunciado si se trata de cómo mejorar actitudes y visiones de la prepandemia.

El discurso del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, bien dijo: hoy es un momento de esperanza. Sí, es muy diferente a lo que todos habíamos imaginado. Pero valoremos este momento.

El primero de los valores que Bach resalta es la resiliencia. Recuerda cómo Japón en medio de su empeñó por repetir en casa unos Juegos Olímpicos luego de su evento en el año 1964, debió enfrentar los obstáculos de la reconstrucción después del gran terremoto de hace diez años y posteriormente esta pandemia.

Esa pulcritud comienza por el agradecimiento a los héroes anónimos, a los médicos y enfermeras y todo su equipo asociado, a los voluntarios y “a la perseverancia del pueblo japonés”.

Por su puesto la segunda referencia va a la condición guerrera de los deportistas, ese que no nunca se doblegó: “Tuviste que enfrentar grandes desafíos en tu viaje olímpico. Como todos nosotros, vivías con gran incertidumbre durante la pandemia. No sabías cuándo podrías volver a entrenar. No sabías si mañana podrías ver a tu entrenador. No sabías si tus compañeros estarían contigo para la próxima competencia. Ni siquiera sabías si esta competencia se llevaría a cabo. Lucharon, perseveraron, nunca se rindieron y hoy están haciendo realidad su sueño olímpico. Ustedes son verdaderos atletas olímpicos.”

En retrospectiva, Bach aduce la necesidad de una mayor solidaridad, como lección aprendida: “Más solidaridad entre sociedades y más solidaridad dentro de las sociedades. La solidaridad significa mucho más que respeto o no discriminación. Solidaridad significa ayudar, intercambio, cuidado…La solidaridad también refleja nuestro compromiso de tres mil años con la paz. Sin solidaridad no hay paz”. Imperativo solidario que cae como un guante a Colombia.

Bien nos ha insistido, Yokoi Kenji Díaz, nuestro animoso bogotano de Ciudad Bolívar, de padre japonés y madre colombiana, quien con insistencia, en su experiencia de vida y propuesta de sinergia cultural, nos pide como colombianos ser capaces de conjugar el amor por la vida, nuestra pasión e inventiva con la disciplina, coherencia e integridad, como secreto del éxito, donde, como lo hemos visto en Tokio 2020, la pulcritud por los protocolos, el respeto a las normas y el tiempo son honorables. ¡Gracias Japón!

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com