Un año demasiado ruidoso | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Enero de 2017

El año que recién ha comenzado estará lleno de ruido.  Pero a diferencia de la vida que, como dice Shakespeare, parece a veces “un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa”, el eco de lo que ocurra en 2017 definirá el curso y significado de los años y acaso también de las décadas por venir.

 

Hacía mucho tiempo que el mundo no experimentaba una incertidumbre tan extendida y tan intensa.  Es como si, de repente, la brújula que generaciones enteras de líderes y analistas han usado para orientarse en el complejo paisaje de los asuntos mundiales, se hubiera estropeado por completo.  Como si las teorías y los conceptos tradicionalmente empleados para dar cuenta de los acontecimientos hubieran perdido casi toda su capacidad explicativa.  Como si las premisas con las que se ha jugado el juego de la geopolítica global hubieran sido súbitamente subvertidas, sin que nadie tenga claridad sobre las nuevas reglas que las han sustituido.  Como si lo más probable fuera ahora lo improbable, y lo inverosímil se hubiera convertido en la nueva normalidad a la que aún cuesta un trabajo enorme acostumbrarse.

 

Hay muchas preguntas y pocas respuestas.  Preguntas relativas al nuevo gobierno estadounidense, que desafía toda previsión y pronóstico, por mucho esfuerzo que se ponga en desentrañarle alguna racionalidad a lo que por ahora son simplemente anuncios de campaña reiterados, prácticas políticas y comunicacionales sin precedentes, y polémicas nominaciones.  Preguntas sobre el trayecto que habrá de transitar el Reino Unido en su salida de Europa, y el impacto que ésta tendrá en el proyecto europeo.  Preguntas relacionadas con la suerte de Merkel -isla de moderación en medio de una pleamar populista.  Preguntas sobre el equilibrio de poder en Asia-Pacífico y las relaciones entre ambos lados del océano.  Preguntas que atañen al Putinismo y a la vocación imperial rusa, justo cien años después de la Revolución Bolchevique.  Preguntas sobre los efectos indeseados del debilitamiento del Estado Islámico y sobre los compromisos vitandos que acaso requiera la estabilización del Medio Oriente.  Preguntas sobre el malestar profundo que aqueja a Venezuela y el nudo gordiano en que se ha convertido la superación de su crisis política, económica y social.

 

¿Respuestas?  “¡Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo!”, dijo Ricardo III -según Shakespeare, otra vez- al verse derrotado en la batalla de Bosworth.  “¡Una respuesta, una respuesta, lo que sea por una respuesta!”.  Pero, ¿para qué hacerse ilusiones?  Por ahora nadie las tiene.  Lo que hay, es puro ruido.  +++