A la manera de un diario, 27 de octubre, 2019.
7.30 a.m: Salí a votar temprano, como buen ciudadano de a pie que se respete para cumplir con mi deber electoral: Alcalde, Concejo y JAL, en su orden.
Me preguntaba, mientras me dirigía al puesto de votación tradicional en Bogotá de la calle 85 con cra 15, si todos aquellos que salen el domingo durante la jornada electoral, ¿votan?
¿Será que todos aquellos que votan, ciegamente, confiando el resultado electoral a la Registraduría pueden tener seguridad que su voto sí irá para el candidato que elijan?
O, ¿Será que por el oscuro camino electoral en que nos encontramos, nuestro voto llega a donde no debería llegar?
Porque, recientemente, tenemos el famoso caso de la Aida Merlano quien, al parecer, se encontraba inmersa dentro de una red electoral de compra de votos en la ciudad Barranquilla.
¿Cómo por qué esta compra venta de votos?
Más, las trampas electorales.
Me preguntaba, mientras iba en el Transmilenio para dirigirme a mí puesto de votación, si todas esas personas, ¿Creen en su sistema democrático?
Miraba, por ejemplo, a una hermosa joven con su celular y su bluyín más roto que una calle bogotana.
No tendría más de 20 años.
Escuchando su conversación, le comentaba a algún amigo que le diera el número de cedula para votar vía internet por x candidato. Ya, de entrada, se podría suponer que esa joven está viciada de forma y de fondo democrático; pero para salir a protestar contra la corrupción o colarse en Transmilenio son los primeros.
Algo similar a lo de Chile donde los jóvenes, viciados de forma y de fondo, salen a protestar sin saber porqué cuando Chile era el país modelo de América Latina.
8.30 am: Llego al puesto de votación, cra 15 con 85.
Me dirijo con mi C.C. a mi mesa de votación tradicional, m24.
Me entregan mis documentos electorales.
Inscribo mi voto y de repente me doy cuenta de un pequeño detalle, como decía el inspector Ruanini.
El bolígrafo que entrega la misma Registraduría, es de color morado, no negro.
Resulta que en un país tan leguleyo como el colombiano, todo documento público debe ir firmado con tinta negra, no morado. Hasta la huella digital, debe ser en tinta negra.
Le pregunto al jurado de votación:
- Porqué no tengo tinta negra.
- Porque así lo entregó la misma Registraduría, responden.
- Ustedes, como jurados de votación: ¿No sabían que todo -documento público debe ir en tinta negra?
- No, señor, no sabíamos.
Me di a la tarea de revisar, en primer lugar, el porcentaje de votos nulos sumado al porcentaje de abstención para la alcaldía de Bogotá superior al 50%.
Porque qué tal que por cuenta de esos votos nulos, marcados con tinta morada, se encontrara la diferencia de votos durante las últimas alcaldías de la izquierda carnívora bogotana, tan nefastas para la ciudad.
Entonces, comprendí la frustración democrática que se respira en nuestro continente.
El mismo sistema produce una serie de trampas electorales tales como la del bolígrafo morado, en detrimento de la tinta negra.
Un detalle tan sencillo, tan simple, me produjo tanta indignación que llegué a entender el porqué la izquierda carnívora lleva tanto tiempo gobernando a la ciudad y del porqué se sostiene en el poder.
9.00 a.m. Al darme cuenta de semejante frustración democrática, me entró una piedra tan infinita que me dije a mi mismo, como decía el Dr. Turbay Ayala: ¿Cómo para qué confiar en nuestra democracia?
¿No será que estamos ante el final de la democracia, como sostuvo Revel durante la década de los sesenta del siglo pasado?
Si desde la misma Registraduría nos hacen trampa electoral, ¿qué se puede esperar de los demás poderes públicos? Y, ni hablar del voto electrónico.
¿Será que mi voto si llegó a donde tenía que llegar?
Pero, al ciudadano de a pie, sí le exigen firmar todos sus documentos con tinta negra y huella.
Claudia Nayibe: ¿Haciendo publicidad política durante la jornada electoral en puesto de votación, será que la sancionan?
¿Gente del joven Galán haciendo política el día de las elecciones en los puestos de votación? ¿Será que lo sancionan?
Si algún abogado leguleyo quiere pasar a la historia demandando estas elecciones por vicios de forma y de fondo, ahí le dejo mi pequeño detalle, como decía el inspector Ruanini.
¡Qué! país, éste.
Puntilla: Mientras tanto, por obra y gracia de nuestro poder judicial, el de las gafas anda suelto. Con toda seguridad, al de las gafas no le exigieron ningún documento firmado con tinta negra, ni su huella.