Triste aniversario | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Septiembre de 2021

Los actos para rendir homenaje a las víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, han traído a la mente de todos nuevamente esas imágenes terribles que ensombrecieron a ese país y a la humanidad entera, y que cambiaron de muchas maneras el entendimiento de la seguridad interna y de la geopolítica mundial.

El  necesario llamado a la unidad  de sus compatriotas  en torno a unos valores esenciales de solidaridad, de defensa de las libertades y  de la democracia, pero también de respeto  por las diferencias dentro y fuera de sus fronteras,   hecho en esta ocasión por el presidente Biden, similar en cierto modo al que hizo en los mismos actos el expresidente Bush, no impide  recordar  los errores y mentiras en que particularmente este último incurrió en relación con la invasión a Irak, cuyas consecuencias aún se evidencian, entre otras cosas, con el  absurdo de  innumerables años de guerra  para volver  prácticamente al mismo punto de partida después de miles de muertes, solo que con renovadas amenazas  y nuevas heridas.

Al menos el actual presidente norteamericano ha tenido la honestidad de reconocer públicamente que la presencia de las tropas extranjeras en Afganistán resultaba insostenible, y que no estaba basada, más allá de la lucha contra los talibanes, Al Qaeda, y el Estado Islámico, en el supuesto fortalecimiento de la institucionalidad en dicho país, como se había imaginado durante años.

Esperemos que el atropellado retiro de tropas por parte de Estados Unidos, no signifique otro ciclo infernal de ataques demenciales, más víctimas, reacciones militares y nuevas frustraciones.

Volviendo a los actos conmemorativos referidos, no deja de sorprender la fortaleza y entereza con la que muchas de las familias afectadas con esos horribles sucesos han enfrentado el dolor, que, a pesar del paso de los años, aún las embarga. Estas ceremonias se convierten para la mayoría de ellas no solo en bálsamo para su sufrimiento, sino en ocasión para transformarlo   de manera positiva al ver honrados a sus seres queridos, y rememorar sus historias, logros, ilusiones o simplemente los recuerdos que dejaron sus vidas.

No cabe duda de que, en una nación como la nuestra, que ha padecido tantas veces la locura de la violencia y del terrorismo, escuchar uno a uno los nombres de esas víctimas, en principio lejanas sobrecoge. También sin duda, debería al menos hacernos pensar en tantas que han dejado nuestras múltiples contiendas internas, pero en especial en todas aquellas cuya condición de víctimas ni siquiera se ha reconocido, y cuyos nombres tal vez nunca llegarán a recordarse, uno a uno, en algún acto de memoria y de sanación colectiva.  

 

@wzcsg