Tribunal de gracia | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Septiembre de 2016

El 13 de junio de 1953 el general  Rojas Pinilla desbancó  al Presidente Laureano Gómez. El acontecimiento fue celebrado con entusiasmo y a partir de ese día se habló de “paz, justicia y libertad”. El 9 de junio siguiente, en la calle 13 con carrera 7ª de Bogotá, el batallón Colombia arremetió  a los manifestantes de varias universidades que protestaban por la muerte, el día anterior,  de Uriel Gutiérrez.  Ese día fui testigo ático del acontecimiento y tuve que huir del escenario arrastrándome por el piso. Tenía 9 años.

El año anterior se había otorgado amnistía a los militares y guerrilleros del llano; el 13 de junio del 54 los decretos leyes 1823 y 2062  otorgaron amnistía e indulto a todos los que estuvieran comprometidos con la violencia: ARTÍCULO 1o. Concédase amnistía para los delitos políticos cometidos con anterioridad al 1º de enero del presente año.

Mi padre era Secretario General del Tribunal Militar y por esa circunstancia pude enterarme de los atroces crímenes que se indultaron y amnistiaron,  cometidos por civiles y militares. Años más tarde  llegó a la presidencia Alberto Lleras Camargo quien por decreto 328 de 1958 creo el Tribunal de Gracia,  encargado de otorgar amnistía  e indulto a quienes se encontraren vinculados a procesos originados en la violencia que azotaba al país en esos momentos. De esos procesos  tuve conocimiento, pues por esa época mi padre era el Secretario General del Tribunal de Gracia Vencido el plazo del Tribunal de Gracia, mi padre se vinculó al periódico El Tiempo, como corresponsal de guerra, durante la administración de Guillermo León Valencia. Viajé con él por el país cubriendo las operaciones de los militares destacados: presencie la persecución que sufrió el campesinado y entre otros hechos impresionantes la muerte de Federico Arango Fonnegra.

Estos recuerdos de la adolescencia, naturalmente, impactaron mi conciencia y me hicieron ver una realidad que la juventud de mi época no desentrañaba. Después vino la Reforma Agraria, encargada al  señor Peñalosa. Todo fue retórica.

¿Qué sucedió? Nada extraordinario. Los partidos distintos del liberal y el conservador no fueron admitidos  y la situación económica del pueblo sufrió  la devaluación del gobierno Valencia. Yo creía que todo el esfuerzo que se hacía por conseguir la paz se iba a reflejar en la democracia económica que ofreció el candidato Lleras Retrepo en su campaña. Pero no fue así.

Este breve recuerdo vine a mi memoria ahora que tanto debate provoca el acuerdo con la insurgencia, principalmente por la Jurisdicción Especial para  la  paz. Nada extraordinario va a suceder, aparte de que muchos de los amnistiados pueden correr la suerte de Guadalupe Salcedo, el jefe de las guerrillas del llano que fue asesinado y el delito quedo impune.

Lo interesante seria que la paz llegue con la realidad de un Estado Social de Derecho y las clases pobres se reivindiquen con la reforma tributaria que se avecina. ¡Amanecerá y veremos!.