HAY 3 millones 216 mil colombianos sin trabajo. Adicionalmente, unas 12 millones de personas están atascadas en el rebusque, sin seguridad social ni amparo del Estado.
Al iniciar marzo podría ser mayor la cifra de desempleados considerando cinturones de miseria que padecen regiones como Chocó y la Guajira.
Gran parte del desempleo está sembrado en el sector rural. Vivir en el campo no garantiza acceso a fuentes de empleo.
El primer objetivo del presidente Duque -de capa caída en su aceptación ciudadana- debería ser la política de empleo.
El Gobierno aún no cocina recetas para reactivar los motores que puedan generar puestos de trabajo.
Aún no conocemos el ABC de la agenda gubernamental para reducir la tasa de desempleo del 13%.
El Ejecutivo actúa con celeridad o el desempleo se torna una especie de ‘pandemia’ social.
El desempleo contagia pesimismo. La desocupación esparce desconfianza. Más de 3,2 millones de ciudadanos sin ingresos avivan el ‘brote’ del pesimismo.
Estar vacante es una terrible ‘epidemia’ social. El antídoto contra el desempleo es una economía en expansión.
Al tiempo que el Ejecutivo centra su atención en el coronavirus que ya cobra más de 3 mil vidas en el mundo, el desempleo crece y acentúa la pobreza.
El tal pacto social con gremios y empresarios para impulsar el empleo aún no tiene dientes. Y el virus del desempleo se propaga sin remedios.
Sorprende indiferencia con desempleados de Colombia.
La clase política no le para bolas al asunto. En las regiones poco se aborda el drama del desempleo.
En el sector privado se dice que no hay espacio para abrir vacantes.
La gran industria sostiene su nómina, pero no engancha nuevas plazas.
En la Pyme la situación no es mejor. En el comercio siguen los temporales, las ventas no ayudan y crece la desconfianza del consumidor.
La economía naranja y el emprendimiento no son panacea. No suman mucho al empleo. Mientras no haya crédito barato y sin trabas será complicado robustecer estos dos sectores de la economía.
Alrededor de 1,5 millones de oficios varios son temporales, sin vinculaciones directas con empresas. Significa que estos trabajadores no tienen asegurada la renovación de sus contratos, cada año es un estrés.
Otra preocupación es el aumento de la informalidad. Si no formalizamos el trabajo la economía crecerá aún menos. La gran apuesta debería ser crecer 5% anual.
El desempleo es como una enfermedad que causa incertidumbre y desconfianza en el país y en la economía. Se estanca el consumo, la inversión no se mueve y la industria y el comercio dejan de facturas más.
Es vital que el Gobierno y los empresarios hagan un esfuerzo real y generen trabajo.
A las empresas no les va muy bien, pero tampoco van mal; podrían contratar mano de obra.
El Gobierno tiene en las obras civiles, en proyectos de infraestructura ‘cojos’ y sobrevalorados, alternativas para dar empleo.
En empleo, vamos descarrilados, no hay motivos para estar conformes. El presidente Duque sabrá qué hacer.