Voceros de las organizaciones juveniles colombianas, inician el 2020 en clima de incertidumbre y sin mayores motivaciones del Gobierno, para alcanzar espacio y acceso a cambios constitucionales, económicos y sociales.
Luego de las violentas manifestaciones y marchas, impulsadas por sindicatos y confederaciones de trabajadores, el país llama a que el Gobierno Nacional establezca con claridad que los desmanes, fueron acción de vándalos y no en particular de estudiantes.
En consecuencia, es oportunidad para plantear al Gobierno, la instalación de un Consejo Permanente de Juventudes, para escuchar y evaluar el interés para aportar sugerencias para un vuelco efectivo de Colombia con nuevas generaciones.
La verdad es que los jóvenes siempre son llamados a intercambiar con fuerzas del Estado, Gobierno y candidaturas presidenciales, utilizándolos como escudos de una democracia saturada de mentiras, antes de ir a elecciones.
Ese es el comienzo para afianzar confusiones, que al final, ni el Congreso Nacional, ni las Cortes, o el Procurador escuchan focos de valor, para reajustes constitucionales.
Parece por momentos que Colombia habla varios idiomas, sin extractar contenidos de sus nacionales, quienes quieren este territorio de otra manera, distinta a la de sus gobernantes,
No pasa inadvertido que las juventudes urbanas tienen objetivos basados en escalar niveles con carrera profesional y acceso a ejercicio digno, apenas para subsistir de distintas formas, no necesariamente como ricos empresarios.
Otra es la ruta de quienes están en zonas deprimidas, pese a tener a la mano el potencial agrario o ambiental, servido en bandeja, pero sin que su propia tierra, le entregue una respuesta tangible.
Hay que pensar que, con aumento de gente, menos espacio, menos recursos, menos oportunidades, y competencia muy disputada, las futuras generaciones, navegaran en agua revueltas.
Y no se olvida, que, en el mundo quienes hacen gobiernos organizados, piensan para en jóvenes y mayores, la forma y el subsidio adecuado para los incapacitados con perspectiva de acuerdo con sus deficiencias en salud.
Este bosquejo despierta la necesidad de integrar de fondo, políticas claras, concretas y estimulantes para los que poco tiempo estarán cruzando la franja de los 50 millones de colombianos, si acierta el Dane, a la altura de 2025.
Lo inmediato es que la juventud se para a reclamar su participación en un verdadero vuelco nacional. No se trata de regar instituciones públicas en todas las ciudades, sin que se sepa para donde van y peor sin recursos.
Que el Gobierno Duque se consagre con un modelo definido para esperar que se pueda decir que Colombia siembra futuro.